1. Las carnes de la tía


    Fecha: 16/08/2022, Categorías: Incesto Autor: nachoARG, Fuente: CuentoRelatos

    ... mucho tiempo que no olía leche tan rica. Me hizo acabar muy rico anoche cuando me masturbaba.
    
    Cuando pensé que la situación no me podía calentar más, la tía apagó la embutidora y llevo una de sus sucias manos por debajo de su delantal, metió la mano en su concha y sacó sus dedos índice y mayor empapados de su espeso y transparente jugo.
    
    -Me acordé del regalito que me dejaste en la cama y me mojé toda jaja.
    
    Me quedé mirando con una sonrisa nerviosa el sucio pero excitante espectáculo. Tomó la punta del perfecto chorizo que ella había hecho y, como si fuera una verga flácida, empezó a pajearlo con sus manos sucias de carne y flujo. Después de unas suaves subidas y bajadas con su mano, lo metió en su boca rosándolo suavemente con sus labios para que el embutido no se rompa. Cerca de 20 cm de chorizo se habían metido en su boca para luego sacarlo suavemente con un suave desliz en sus labios sin haber roto el blando tubo de carne.
    
    -Todavía tengo el toque jaja –dijo con vos provocativa mientras pasaba la lengua por sus labios rojos y miraba la marca del labial rojo en los 20 cm del chorizo– Pero voy a necesitar algo un poco más duro.
    
    Metió las manos por debajo de mi sucio delantal y me bajó el short y la ropa interior. Cuando notó la dureza de mi verga, una sonrisa se dibujó en su cara y me sacó, casi de un tirón, el pesado cuero del delantal. La dureza de mi verga quedó frente a su cara y de forma frenética hizo lo mismo que había hecho con el chorizo. Lo metió ...
    ... entero en su boca sin dejar de subir y bajar con sus carnosos labios. De vez en cuando amasaba con sus manos mis huevos, el tronco y el glande para luego volver a meterlo en su garganta, sin importarle los restos de carne que quedaban cuando lo tocaba.
    
    Cuando notó que en cualquier momento mi verga podía convertirse en un volcán de leche caliente, se paró, se sacó el delantal y se bajó el pequeño short y su tanga negra para quedar completamente desnuda. No se preocupó por los elementos de trabajo que había en su mesada y se tumbó boca arriba y con las piernas bien abiertas sobre los chorizos que habíamos hecho y los restos de carne que habían quedado, manchándose toda con la mezcla de su producto.
    
    -Cogeme pendejo –susurró al tiempo que tomaba una vez más el largo chorizo para chuparlo y frotarlo por sus enormes tetas.
    
    Con la verga dura como una roca, embestí con mi glande en su concha empapada y los gemidos no se hicieron esperar. Uno, dos, tres, cuatro orgasmos conté mientras amasaba sus enormes tetas repletas de carne y metía y sacaba mi venoso pene de la humedad de su concha. Después de un rato, me pidió que la sacara y se dio vuelta para quedar tumbada boca abajo en la sucia mesada y dejar su culo a mi disposición. Abrí sus nalgas con mis manos y enterré mi lengua en su culo, intentando meterla en lo más profundo de sus entrañas. El aroma y el sabor que subían de su mojada concha me había cegado y, en ese momento, era capaz de hacer cualquier cosa.
    
    -Rompeme bien el ...