1. Historias del despacho


    Fecha: 24/10/2021, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... sensual sujetador que a su vez también tendría partes que permitirían la vista curiosa de mi jefe a mis pechos.
    
    Pese a que no se encontraba en mis planes, ahí estaba, exhibiéndome ante mi jefe quien entre las prisas y el estresante momento disimulaba su mirada para admirar mis elegantes atributos forrados en tan encantadora lencería rosa.
    
    Por mi parte, intentaba no pensar en ello, pero me era imposible. Saber que al fin, era del agrado de mi reclutador, que por fin me estaría viendo con otros ojos, lujuriosos, y que le gustaba, me estaba embriagando de estima y atracción hacia él.
    
    Mirar sus ojos en llamas de deseo, su rostro sonrojado y su palo levantándose erecto bajo su pantalón me estaba poniendo muy caliente. Recordaba aquel día que le había espiado y las imágenes de su falo penetrando a mi compañera me aparecían en la menta a cada parpadeo, haciéndome sentir de nuevo esos jadeos, aquellas carisias eróticas, y esos placeres pasionales del sexo explícito en la oficina.
    
    El tiempo pasó y sin saberlo el reloj marcaba la hora de mi salida. Nueve en punto y el trabajo aún no se le veía el fin. Pero era suficiente por ese día, estaba completamente exhausta, no podía más. Guardé mis cosas en mi bolso, me vestí mi saco de otra vez y me senté en mi silla tratando de recuperar aliento para emprender camino a casa.
    
    La noche se hacía presente puntalmente tras otro arduo día de trabajo, yo estaba cansada como pocas veces; cerré un solo por un instante los parpados ...
    ... para agarrar fuerzas que me permitieran terminar las últimas horas del día, cuando mi jefe aparece en mis recuerdos. Su dulce pero lujuriosa mirada, su tierno pero varonil rostro con la barba perfectamente recortada, su fornido y escultural cuerpo macizo. Macizo como su tranca parada enfilada a penetrarme cuán tanto lo deseaba, y las ganas que tenía por servírmelo ahí mismo y que me follara como aquella zorra del segundo piso, con firmeza, con pasión, con deseo y desenfreno en mi oficina.
    
    Entonces me quite mis lentes de aumento, los coloque con delicadeza sobre mi escritorio y me dejé llevar. Lentamente comencé a recorrer mis manos sobre mi blusa desabotonando uno que otro botón a su paso, masajeando mis senos ardientes escondidos bajo toda esa estorbosa lencería rosa. Continué hasta mis piernas, completamente fatigadas de sostenerme en aquellos tacones altos todo el día, enseguida sentí como mi cuerpo se relajaba a medida que mis manos se aproximaban a su destino predilecto.
    
    Cobijada bajo el silencio de la noche estaba a punto de masturbarme una vez más en mi oficina, pero en ese momento entra mi jefe, con su característica falta a la privacidad femenina tomándome por sorpresa con las manos en mi cuerpo. Pero no me detuve. Por un momento nuestras miradas se cruzaron, sabíamos perfectamente lo que sucedía, y no me importó.
    
    Sin prestarle interés a la presencia de mi jefe, quien seguramente habría entrado a despedirse, continué satisfaciendo mis más íntimas necesidades ...