1. Historias del despacho


    Fecha: 24/10/2021, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... que aumentaba la intensidad de mis dedos; entrando, saliendo y presionando con pasión, desgarrando en lo más profundo un fuerte e intenso orgasmo que me hacía gozar como nunca, exhalando un agudo alarido rasgando mi garganta seca por el frio, cuando en mis manos eyaculaba un pequeño chorro que salpicaba y escurría desde mis dedos hasta mi escritorio, entre intensas contracciones, seguido de otro más corto, dejando su cubierta plastificada manchada con mis deliciosos jugos de éxtasis, entre mis piernas, descansadas y aliviadas, al fin.
    
    Mi jefe y mi dueño
    
    Desde aquel día jamás pude ver los ojos cafés claros de mi jefe de la misma manera. Al saludarlo por las mañanas, o al conversar profesionalmente, no podía dejar de recordar aquella escena de sexo con mi compañera y sentirme llena de envidia. Ella era muy guapa y atractiva, pero no más que yo, quien por ese entonces era más joven, delgada, y gozaba de un rostro colegial encantadoramente inocente, por no mencionar mis largas y torneadas piernas, mi busto erguido y mis redonditas y coquetas nalgas que dibujaban un dulce y sabroso durazno bajo mi esbelta espalda.
    
    Me llenaba de rabia saber que la otra se había cenado a mi jefe y yo no. Y es que he de confesar que desde que le había conocido me sentí atraída por él, tanto por su físico como por su forma de ser. Un tanto patán, pero al final sincero, directo y estricto. De cuerpo fornido, brazos musculosos y redondas nalgas, pero al mismo tiempo, una cintura estrecha y ...
    ... tersas manos, y su fino rostro, y sus hermosos ojos brillantes.
    
    Me sentía menos, menos atractiva, menos hermosa, menos mujer. Menos que ella. Pero todo cambiaría si lograba arrancárselo de sus manos, y tenía las armas para hacerlo. No me detendría hasta conseguirlo.
    
    Sucedía en un día decembrina, eran tiempos caticos en la oficina, debíamos entregar informes para poner todo a punto y tener la contabilidad en orden. Hacía días que había trabajado a mi jefe, le coqueteaba ocasionalmente y él me respondía acertadamente, con malicia y lujuria.
    
    Aquel día vestía con una camisa blanca delgada y trasparente, una falda color camello, pantimedias color natural, un saco y zapatos de tacón tipo aguja altos color azul marino, y debajo de todo eso, una lencería erótica de lo más sensual; contando de un sujetador y bragas con trasparencias de color rosa mexicano intenso.
    
    Ya daban las seis de la tarde en el reloj y ahí me tienen sumergida en altas pilas de archivos que habríamos trabajado todo el año. Como es natural, mi jefe habría dejado todo para el último y ya no se daba abasto.
    
    En medio del caos y bajo una permanente nube de polvo que emanaba de los archiveros comenzaba a agitarme de cansancio. Todo aquel ajetreo me había provocado un aumento en mi temperatura corporal que aunado al punzante y rasposo polvorín de suciedad, me habría obligado a quitarme el saco que vestía.
    
    No lo pensé, pero de esta manera me quedaría con aquella blusa trasparente dejaría a la vista mi ...
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