1. Mi amiga Feli me llevó hasta él (3): Mi vida con Abel


    Fecha: 24/04/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... insistentemente. Al despertar y sentir tal vehemencia en el timbre, acudí tal como estaba, desnudo, a auxiliarla, y me dijo que llamaban a la puerta. Fui, abrí la puerta y me encontré a dos hombres vestidos con uniforme policial. Me disculpé por cómo iba y los hice pasar, me metí a mi habitación y me vestí rápido para atenderles. Lo que me contaron fue aterrador.
    
    Al parecer alguien del pueblo se volvió loco o no sabían lo que había pasado, que prendió fuego en la iglesia, tras abatir una de las puertas de acceso. Abel se levantó de la cama, accedió a la iglesia, lo vio y lo llamó para apagar el fuego, ni corto ni perezoso el sujeto le disparó varios tiros con un arma y dos de las balas encajaron, una en un hombro y otra en el muslo atravesando el fémur que al parecer quedó quebrado y lo dejó como medio muerto. El incendio fue extendiéndose y despertaron muchos hombres que entraron en el templo y descubrieron a Abel tirado en el suelo en muy mal estado y apretando la zona de dolor del muslo. Llamaron a la ambulancia y lo han llevado al hospital politécnico de la ciudad. La policía había podido hablar muy poco con él en donde sacaron unas raras características del culpable y les indicaba que me avisaran urgentemente.
    
    Me vestí algo mejor, avisé a Feli que no se moviera que yo vendría, le conté lo mínimo y me fui con los policías a ver el estado de Abel. Le habían intervenido y tenía su brazo en cabestrillo por rotura de clavícula y la pierna enyesada. No se podía mover, ...
    ... pero me indicó la chaqueta del pijama que tenía en el armario ensangrentada y que sacara lo que había envuelto.
    
    Lo desenvolví y había una copa dorada y dentro de la copa que me mandó abrir muchas hostias. Me dijo:
    
    — Ahora mismo vas al obispado y entregas esto de mi parte al obispo, es el que manda, no expliques nada, avisa donde estoy.
    
    Eran ya las 9 de la mañana, me había esperado dos horas hasta que despertara y fue en lo primero que pensó y enseguida sentí que era algo importante. Me fui de inmediato en un taxi. Llegue al obispado. Nunca había estado allí. Se asustaron de ver el envoltorio ensangrentado y dije que quería ver al que mandaba. Vinieron varios curas con su sotana y otros sin ella, a todos preguntaba quien mandaba allí. Por fin salió un personaje que llevaba una cruz en el pecho y me dijo:
    
    — ¿Qué pasa?
    
    — Me manda Abel, don Abel Fernández, para que le dé esto y le diga que está en el hospital clínico.
    
    Allí mismo, con cierto temor desenvolvió el contenido, vio la copa y la abrió y se puso de rodillas. Todos se arrodillaron, a mí me dio una especie de mareo, me caí y perdí el conocimiento. Al despertar estaba sentado junto a una mesa. El señor se me presentó como el obispo y recordé todo, era el que manda. No me preguntó nada. Había un médico a mi lado, me dieron azúcar y el obispo me invitó a comer algo en una especie de apartamento o vivienda. Con tanta tensión y hambre no podía ni comer. El obispo, que al parecer ya sabía más que yo de lo que ...
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