1. Mi amiga Feli me llevó hasta él (3): Mi vida con Abel


    Fecha: 24/04/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... tenía náuseas y podría auxiliarle y si sonaba el timbre o se encendía la luz iba a ayudarle sin llamar a la puerta, caso contrario la dejaba en sus asuntos.
    
    Había vaciado mis cosas de la habitación de la vivienda de mis padres y la había dejado sin decir nada. Un día mi madre y yo nos encontramos para bajar de casa en el ascensor. Una vez dentro y estando los dos solos dijo mi madre:
    
    — Si ya te has llevado todo y te has ido, podrías darme la llave, ya que vives con una mujer en su casa.
    
    No le respondí a sus impertinentes palabras, me callé y salíamos; justo en el momento que entraba mi padre por el portal, yo me retrasé respecto a mi madre y cuando mi padre llegó a mi altura, mi madre salió a la calle, aunque nos miraba a través del cristal de la puerta; entonces le dije a mi padre:
    
    — Muchas gracias por haberme dado la existencia, haberme criado y haberme querido, papá; pero tu mujer me ha pedido la llave de casa y, como tú me la diste, aquí la tienes, —extendí la mano para darle la llave que saqué del llavero — toma también la del portal, ya me haré otra.
    
    Me devolvió las dos llaves, pero solo acepté la del portal que volví a unir a la llave de la puerta de Feli. Mi padre estaba lívido, no sabía qué decirme. Lo abracé, lo besé e intenté tranquilizarlo. Lo subí a la casa de Feli, se saludaron y le mostré mi habitación y el estudio: Esto es lo que no me quisisteis dar, papá, pero Feli me lo ha propiciado, ahora ella ha pasado de ser amiga a convertirse en mi ...
    ... hermana mayor, ella es mi familia. Mi padre se puso a llorar, le pasé las manos por su cuello lo besé y lo acompañé hasta su puerta diciéndole:
    
    — Papá, tú has de vivir con tu mujer.
    
    Ya nunca más he pisado la casa de mis padres. En los días previos a la Navidad siguiente mi padre y mi madre se asomaron a la puerta al escuchar ruido desde el ascensor a casa, estaban subiéndome una cama nueva, grande, no lo vieron, solo los paquetes de la ropa de cama. Yo estaba sujetando la puerta abierta del ascensor al transportista que iba a montar la cama, salieron y me invitaron a pasar la noche y el día de Navidad con ellos, solo les dije:
    
    — Lo siento, pero esos días me los paso con mi familia.
    
    Les sonreí y me metí en casa. Cerré la puerta y me fui a ayudar al empleado de los almacenes donde compré. Cuando acabó, firmé los papeles y le acompañé al ascensor.
    
    Desde que me mudé a vivir en la casa de Feli, la llevé todos los domingos a misa, aunque yo no entendía mucho, me gustaba ir a acompañarla, además me encantaba escuchar los cantos pausados y solemnes que allí se hacen, sin ensayo, por un coro de pueblo no concordado y diseminado por los bancos, nada de profesionales, eso me apasionó. Lo comparaba con los karaokes desentonados y gritones y me inclinaba por los de la iglesia, moderados, al unísono e interpretados mientras hacían otras cosas, cuando se daban la paz, cuando iban a comulgar o después de leer. Para mí era tan desconocido que nunca había imaginado eso; siempre ...
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