1. Amante a Los líos


    Fecha: 21/07/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues

    Cuando me llevaron a mi nuevo hogar estaba muy asustado. Desconocía todo de mis nuevos amos y además estaba muy triste por que mi antigua ama me había vendido. Para un esclavo era un deshonor ser vendido por su amo. Tenía 10 años cuando una noche mi señora Aisa me comunicó que recogiera mis escasas pertenencias porque a la mañana siguiente vendrían a por mí. —Te he vendido, Uzi — me dijo mientras como cada noche permanecía a sus pies, acurrucado, besándoselos. Levanté mi cara de niño y mis inmensos ojos marrones la miraron desolado. No entendía. Me iba a vender, no, me había vendido. Por qué? Qué había hecho mal? La señora Aisa levantó ligeramente su pierna y me puso la planta de su pie sobre la cara para obligarme a bajarla, a colocarla en el lugar que correspondía a un esclavo. Yo era inmensamente feliz con mi señora Aisa. Me había comprado cuando sólo tenía cuatro años y había vivido siempre con ella. Era su esclavo y su mascota. Mis labios besuquearon la enorme planta del pie que presionaba mi cara y me sometí. Yo no era nada, un miserable esclavo que no tenía derecho a hablar de mi futuro. —Por ser la última noche te dejaré que duermas a mis pies dentro de la cama — me concedió mi señora Aisa. Me pasé la noche llorando abrazado a sus maravillosos pies. Me había acostumbrado a su olor y a su tacto. Pensaba que me moriría lejos de ella. Para mí era más que mi ama, mi señora… era como la madre que nunca había tenido. La señora Aisa me compró en el orfanato al poco tiempo ...
    ... de ingresar en él. Mi madre había muerto Pronto me hice imprescindible para mi señora Aisa y ella para mí. A veces me pegaba pero no me importaba porque después de pegarme solía abrazarme para consolarme. Al día siguiente la ayudé a vestirse como hacía cada día y cuando estuve listo llegó su nuevo esclavo: una muchacha muy tímida y muy hermosa. Entendí que mi señora Aisa se había cansado de mí y prefería ahora una tierna muchacha que calentara su cama. Cuando vinieron a por mí me abracé a las piernas de mi señora Aisa pero la mujer que tenía que trasladarme a la casa de mis nuevos amos me lazó el cuello por el dogal de esclavitud que siempre tenía que llevar y tirando con fuerza de mí se me llevó a rastras. Me metió en la trasera de una furgoneta donde había otros niños como yo. En la tercera y última parada que hizo la furgoneta, la distribuidora abrió el portón trasero e hizo descender a una niña y a mí. Nos puso una correa en el dogal de esclavitud que llevábamos al cuello y nos llevó arrastrando hasta una alta verja. Una mujer de unos treinta años se hizo cargo de los documentos y de nosotros. Cerró la inmensa verja y al oír el motor de la furgoneta alejándose supe que no volvería a ver a mi señora Aisa. Cruzamos un frondoso jardín caminando detrás de la mujer que tiraba de las correas que iban unidas a nuestros collares de esclavitud. Me fijé en sus pantorrillas. Eran bonitas. Calzaba unos zuecos negros que brillaban cuando el sol se reflejaba en ellos. Mi compañera se ...
«1234...9»