1. Amante a Los líos


    Fecha: 21/07/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues

    ... dulce como severa manejando la fusta rígida. Al menor error nos pegaba con dureza allí donde sabía que nos haría más daño. Después del vomitivo desayuno pasamos el día adquiriendo velocidad corriendo a cuatro patas, lo mismo que al siguiente día. Al final de nuestro adiestramiento básico Alicia procedió a anillarnos: a mí los testículos y a belen los pechos. Se trataba de una forma de estrangulamiento con un aro de metal que se cerraba con un mecanismo parecido al de las esposas y mantenía aprimidos mis testículos y las tetas de belen. Alicia me acarició las bolas con suavidad. ―Mmmm… qué tersas — murmuró. Yo gemí, lloré de dolor. Alicia se rió con su cristalina carcajada. —Duele, verdad? Te acostumbrarás. Nuestras amas consideran que los esclavos debemos vivir siempre con dolor. Ya las iran conociendo — volvió a reírse. —No confundir los esclavos-animales con los esclavos-mascota. Los primeros son animales de trabajo y los segundos animales de compañía o animales domésticos. Los animales de trabajo sustituyen a los caballos de tiro y los bueyes, los animales de compañía o domésticos básicamente a los perros — nos explicó Alicia que estaba sentada sobre una mesita y balanceaba las piernas despreocupadamente mientras belen y yo permanecíamos en posición de espera. Yo seguía como hipnotizado el movimiento cadencioso de los pies de Alicia a y ésta, que se dio cuenta, me golpeó con la fusta rígida en las manos que colgaban fláccidas de mis costados. El golpe resultó tan doloroso ...
    ... que me puse a llorar. Alicia se rió de mí. —Por Dios, Uzi, si lloras por este golpecito de nada lo vas a pasar realmente mal cuando te suelte en la casa. Las amas tienen una facilidad terrible para castigar a los esclavos. El menor error lo castigan, y muchas veces incluso sin que el esclavo haya cometido ningún error, sólo por capricho… y te aseguro que sus castigos van mucho más allá de un simple golpecito — me asustó la joven esclava. Alicia sacó un documento de una carpeta que estaba sobre la mesa y lo examinó. —Tal vez no debería decírte eso, pero me caes bien, muchachito — me dijo Alicia con su permanente sonrisa — sabes porqué fuiste comprado a tu ama? —No. La joven esclava volvió a golpearme las manos con la fusta rígida. De inmediato dí dos ladridos que significaban negación. Me iba a resultar muy difícil acostumbrarme a sustituir el lenguaje por los ladridos. Todo me iba a resultar difícil. Mi vida con mi señora Aisa no había estado en absoluto reglamentada, tan sólo por una máxima: debía obedecerla en todo lo que me ordenara. —Aquí dice que te excitabas oliendo y besando los pies de tu antigua dueña. Es eso cierto? Iba a responder que sí pero en el último momento di un ladrido. —Bien, pues ese es el motivo. Querían un esclavo-mascota que se excitara con los pies femeninos — me sonrió Alicia mientras dejaba caer al suelo su zueco negro y levantando la pierna me acercaba su pie a la nariz «huélelo y bésalo» me ordenó sin abandonar la sempiterna sonrisa de sus bonitos ...
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