1. Trío inesperado de Cornelio


    Fecha: 31/05/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos

    ... hincó para que Stella le jalara la verga exprimiéndosela. Apenas terminó y ella se montó otra vez en mí, pero de frente, ensartándose en mi verga que aún estaba esperando la culminación de mi orgasmo. Stella me abrazó y me dio un rico beso mientras se movía con furor, haciéndome venir. Cuando sintió que yo había terminado, sin dejar de besarme se hincó poniendo su trasero a la disposición de Ociel y éste, con el pene aún flácido, se puso a mamarle la pepa para satisfacer el requerimiento de la amada.
    
    Extenuados, descansamos acostados. Ociel sobre el pelambre pringoso de Stella y yo sobre el pecho de ella. Cuando la iba a mamar me di cuenta que sus tetas tenían las marcas de mis dedos y supuse que le estarían doliendo, así que me puse a darle besos y caricias. “Con cuidado, porque me duelen”, me dijo sin abrir los ojos. Ociel se levantó y sonrió al vernos. No sé si fue por mirarla tirada con las tetas rojas o si le dio ternura su mujer. Se fue al baño y regresó a vestirse. Nos despertó para despedirse.
    
    –Me tengo que ir, espero ...
    ... tener fuerza para poder dar un beso en mi casa… –le dijo a Stella agachándose para besarla–. Mejor váyanse a la cama porque ya está enfriando la noche –y la ayudó a levantarse dándomela de las manos.
    
    Con trabajos pude darle el beso matutino, logrando que ella tuviera varios orgasmos, rara vez es sólo uno, pero como yo no pude venirme, me bajé a tomar el atole que traía.
    
    –¿Cuándo hacemos otro trío? –le dije cuando nos estábamos bañando.
    
    –Cuando quieras, pero trae a un amigo –subrayó el género masculino para que no se me ocurriera decirle algo similar a lo que le dijo Ociel.
    
    Al concluir su relato, Cornelio me preguntó “¿Tú nunca te la has cogido?” y recordé que alguna vez me había dicho que me la cogiera para que supiera por qué es difícil dejarla. “No”, le contesté. “Pues te invito a un trío”, me dijo sonriente y apuró la cuba que le quedaba en el vaso, antes de despedirse. No sé si lo dijo en serio o por burlarse de mí que estaba notoriamente empalmado y acariciándome el bulto con discreción mientras escuchaba el relato. 
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