1. Hay cosas que nunca cambian


    Fecha: 25/05/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos

    ... mamada bamboleando la cabeza como un péndulo, entretanto su mano derecha ayudaba con movimientos circulares masturbando la polla que anulaba su voluntad. El primer trallazo le llegó al estómago y retiró rápidamente la cabeza en una arcada. Los siguientes latigazos se estrellaron en su cara y en su pelo.
    
    —Cabrón —acertó a decir, sin embargo, en una última sacudida, un goterón rezagado se empotró en su ojo dejándola momentáneamente tuerta.
    
    —Eres un cabrito —se quejó.
    
    —Sí, pero bien que te gusta.
    
    Carmen se levantó y fue a su bolso en busca de un pañuelo para limpiarse. Mientras se quitaba de la cara la pringosa sustancia, Jordi la contempló completamente desnuda. La encontraba incluso más atractiva que cuando era joven.
    
    —¿Qué tal con tu marido?
    
    —Bien —admitió, aunque en lo sexual él fuese más convencional.
    
    —¿Te hace feliz en la cama?
    
    —Sí.
    
    —¿Y por qué has venido a buscarme?
    
    —Ha sido una locura, ya lo sé. Me llevó toda la semana decidirme. No sé. Me apetecía revivir esto. Hacer una locura. Me removiste placeres olvidados —le dijo mientras terminaba de limpiarse el ojo.
    
    —¿Sabe lo que hubo entre nosotros?
    
    —Ni de coña.
    
    —Mejor ¿no?
    
    —Por supuesto.
    
    —¿Y tampoco sabe que a su mujercita le va la marcha y necesita otros alicientes más desmedidos para contentarse?
    
    —Pero qué cabrón que eres, Jordi.
    
    —¿Qué no es verdad? Hay cosas que no cambian.
    
    —Yo cambié. Dejé todo aquello de lado y gracias a que lo hice acabé la carrera y soy maestra de ...
    ... infantil.
    
    —Espero que no les enseñes a tus niños tus extravagantes gustos.
    
    —No cambiarás nunca, ¡joder!
    
    —Si hubiese cambiado no hubieses gritado como una loca hace un momento —manifestó mientras se tocaba la polla morcillona.
    
    —En eso tienes razón. Tengo que agradecértelo entonces —mientras se vestía con la intención de marcharse ya.
    
    —¿Ya te vas?
    
    —Sí. Ha estado muy bien, la verdad —manifestó mientras se ponía los pantalones.
    
    —¡Qué rápida! ¿No quieres que te dé por el culo?
    
    —¡Qué animal que eres!
    
    —Antes te encantaba un buen relleno de carne en tu culo.
    
    —Bueno, una también se va haciendo mayor.
    
    —Quien lo diría —le espetó a la vez que se tocaba la polla mientras la contemplaba.
    
    —¿Tu marido te da por el culo?
    
    —¿Y a ti que te importa? —protestó.
    
    —Apuesto a que no.
    
    Jordi se acercó a ella, cogió su mano y la puso sobre su polla ya erecta.
    
    —Déjame encularte. Disfrutemos como antes y luego si quieres te vas. Y si no quieres volver porque no quieres complicarte la vida, me parecerá bien —le dijo mientras sobaba sus tetas a través del sujetador y le repasaba el cuello y el lóbulo de la oreja con su lengua. Todo ello sin que ella soltara la polla como si fuese un asidero al que sujetarse ante la provocadora invitación.
    
    —Estoy muy cansada —le comunicó sin convencimiento, y ante la poca convicción de sus palabras, Jordi volvió a desabrocharle el pantalón y se lo quitó, la apoyó en la mesa dejándola con el culo a su disposición y la abandonó ...
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