1. Vacaciones en Cullera


    Fecha: 24/05/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... diría que ya conocen cada sinuosidad. Supongo que para ellos, una mujer madura de cuarenta y tres años bien conservada es una exquisitez para sus ojos.
    
    Por mi parte he de reconocer que son bastante atractivos, y por qué no decirlo, también guapos. Uno es rubio y el otro moreno y por ello decido llamar al rubio Zipi y y al moreno Zape.
    
    No me apetece pasar por donde están ellos, pero es el camino que debemos retomar para regresar. Mi ración mañanera de sol ya la tengo cubierta y no quiero quemar mi piel. Por la tarde bajaré de nuevo. Al pasar por su lado sus miradas se vuelven más discretas, pues el hecho de que mi marido pueda darse cuenta los hace ser más precavidos, de todas formas, Zipi me dedica una traviesa sonrisa al cruzar por su lado, Zape, sin embargo, sigue embelesado con las curvas que dibuja el pareo que me he atado alrededor de la cintura. Mi marido no se ha percatado, o eso creo.
    
    Estoy segura de que mientras nos alejamos sus ojos permanecen sin pestañear. Puedo notarlo, pero no me doy la vuelta.
    
    Después de comer nos echamos un rato a hacer la siesta. Tiramos de ventilador porque la brisa de levante hoy no existe. Hace día de poniente con un calor de mil demonios y eso me impide conciliar el sueño, en cambio veo a mi marido respirar fuerte, y es como si el bochorno no fuera con él. Cojo mi libro y retomo el capítulo. Leo tres páginas y no logro concentrarme. Mi mente regresa a los acontecimientos de la mañana. Siento como las miradas de los jóvenes ...
    ... se me clavan como dagas. Me siento deseada y un calor recorre mi cuerpo reclamando caricias. Acaricio mis pezones en busca de placer. Noto como mi sexo se moja reclamando más caricias y meto mis dedos por dentro de las bragas haciéndolos resbalar por la raja. Recreo en mi mente las dos lenguas y las cuatro manos que están dando cuenta de mi cuerpo. Una lengua recorre mis pezones y la otra se adentra en la humedad de mi sexo y yo me estremezco. Mi esposo se revuelve en la cama y yo detengo mis caricias al instante, lo que no puedo detener es mi imaginación, ni tampoco mi excitación. Mi marido me mira con ojos somnolientos y yo le doy un beso apasionado, él se entrega con la misma dedicación. No sé qué debe pasársele por la cabeza al verme así, lo que sé es que cuando bajo mi mano, su erección me pone más perraca. Le quito sus gayumbos y me monto a horcajadas sin quitarme las bragas, las hago a un lado y me siento sobre su polla, deslizándome con gran facilidad hasta que mi coño se topa con sus pelotas. Su boca se apropia de mis pezones y me los come con ansia, mientras yo salto alegremente sobre él, pero no transcurre ni medio minuto hasta que me veo corriéndome como una adolescente.
    
    Mi marido se queda sorprendido de mi rapidez, y yo no lo estoy menos. Estaba caliente, pero parece ser que no era consciente de hasta qué punto, o quizás me ha pillado en un momento flojo. Hubiese querido disfrutarlo un poco más, pero ha sido incontrolable.
    
    Lo que no puedo hacer es tirar la ...
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