1. La decoradora de interiores


    Fecha: 16/03/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Lamí su ano, y ella no pudo reprimir un gemido. Subí con mi lengua por sus labios vaginales y los recorrí con mi lengua, por fuera, y después abriéndome paso por el centro, recogí sus abundante flujos, pues ya estaba bastante excitada. Ella no paraba de gemir.
    
    Le abrí las piernas y sin soltarla, aún con su culo levantado, empecé a comerle el coño, deleitándome en ello, saboreando su excitación, recreándome en su clítoris. Se lo mordisqueaba hasta que se tensaba, y luego lo soltaba y se lo lamía con la lengua haciendo círculos. La deposité en el suelo y se lo estuve comiendo un rato.
    
    Pensé que al estar en el suelo tardaría en correrse, pero me sorprendió que no tardó mucho y empezó a correrse. Me rodeó con sus piernas tras la espalda y me agarró la cabeza fuerte contra su coño y empezó a emitir sonidos y gemidos
    
    M – Siiiiiiiiiiiiiiii, joder, sí, no pares, no pares, ahhhhhhhhhhhhhh, madre mía como me lo comes!!!!
    
    Seguí lamiendo hasta que su orgasmo remitió, y empecé a hacerlo ahora muy suave, para que pudiera soportarlo y me dejase seguir, porque me apetecía seguir comiéndoselo.
    
    M – Para, espera, déjame a mí ahora, que yo también quiero comerte
    
    Y – No, déjame, que me gusta comértelo. Déjame que siga así suavito.
    
    Y volví iniciar la rutina de lamerle el clítoris en círculos, succionando suave. Al principio despacio, y poco a poco fui acelerando. De nuevo su respiración se fue acelerando también y su cuerpo empezó a tensarse y de nuevo estalló en otro orgasmo ...
    ... en mi boca.
    
    Ahora se quedó como adormecida. Estaba con los ojos cerrados, aún no se había quitado ni el sujetador, aunque en algún momento se lo había desabrochado, supongo que porque le debía molestar el cierre en la espalda apretado contra el suelo.
    
    Aproveché su calma para terminar de sacarle el sujetador, y admiré dos tetas de un tamaño considerable, incluso estando tumbada boca arriba. Eran muy blancas, con los pezones y la aureolas muy rositas. Los pezones no los tenía duros, pero eran de esos pezones erguidos que nunca desaparecen fundidos con la aureola. Me agaché sobre ella y se los lamí. Primero uno, suave, haciéndole círculos en torno al pezón. Enseguida reaccionó y se endureció, así que pasé al otro e hice lo mismo, y este reaccionó del mismo modo. Se los empecé a comer ahora con mordisquitos y succiones, y apretándole las tetas, y ella empezó a gemir de nuevo.
    
    Sin pensármelo más, me tumbé sobre ella y mi polla se introdujo casi sin ayuda dentro de su coñito. Entré despacio, pero entré de una sola vez hasta el fondo. Cuando llegué al fondo, apreté con toda mi alma, y ella no pudo reprimir un gemido bien fuerte. Me rodeó con sus piernas y me atraía con ellas contra su cuerpo al tiempo que me abrazaba
    
    M – Siiiiiiii, joder que bueno. Que ganas tenía. Por favor, fóllame que lo necesito de verdad, fóllame.
    
    Por supuesto no la hice caso. Me moví muy despacio, casi sin salir nada más que unos centímetros y volví a entrar hasta el fondo, apretando. Esperé a ...
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