1. El regalo. Un antes y un después (Vigésima novena parte)


    Fecha: 27/01/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... aquella visión de su esposo metiéndole la mano por debajo de la minifalda de cuero blanco a mi mujer, tan solo permanecimos allí por breve instante tomados de nuestras manos mientras en mi boca apretada por mis dientes, se mantenía cautiva la colilla de un cigarrillo que compartido con ella, estaba próximo a expirar. ¿Y mis manos? Estaban las dos ocupadas, una pérdida por debajo del rosado top, teniendo como prisionero su pequeño y endurecido pezón y la otra frotando con la palma, la curvatura de un pubis liso, cálido y anegando de su viscoso néctar, los labios de su vulva.
    
    —Hace frio corazón, ven. ¡Entremos ya! —Me dijo con su voz de mujer consentida y excitada, arrastrándome de la mano hacia el interior del salón. Silvia seguía de pie junto a Hugo, pero ya no sorprendida como antes, sino ahora ya una amante liberada; se fundía en un emocionado beso con su jefe, entre cerrando los párpados ella, cerrados por completo los de él, aferrado con sus fuertes brazos a las nalgas de mi esposa.
    
    Aproveché para acercarme al elegante equipo de sonido japonés con su tocadiscos de última referencia y los altos y anchos altavoces, uno a cada lado y distribuidos por aquella estancia en medio del sofá blanco y las tres poltronas, los otros dos, mucho más delgados y estilizados. Revisé con cuidado los vinilos que se encontraban acomodados en el estante y ninguno fue de mi agrado, así que sin dudarlo, conecté por bluetooth mi teléfono al equipo y escogí la carpeta de música variada, un ...
    ... tema de Otto Serge y Rafael Ricardo, «Señora» e invité a la preciosa madrileña bien casada, a bailar conmigo aquel vallenato que alguna vez le había dedicado a mi esposa, cuando era aún la novia de mi mejor amigo.
    
    Martha intentaba seguirme el paso, dándole yo, vueltas a la izquierda despacio y mi mano sobre su cadera para guiarla. La fui atrayendo hacia mí, pegando mi pecho contra sus redondos senos y mi muslo furtivamente lo dejé en el medio de sus piernas al dar el paso. Y la besé con ganas. Me besó con deseo, nos besamos con fogosidad. Ya Hugo y mi esposa habían dado la orden de salida y continuamos. ¿O fuimos Martha y yo, los que lo iniciamos? ¡Una vez untado el dedo, untada la mano!
    
    Luego otro vallenato, bailando más cerca de mi esposa con su jefe, girándonos lentamente pero sin apartar ni las bocas ni quitar las manos de donde las teníamos acariciándonos. Y Silvia que nos observaba con detenimiento, me sonrió y estiró su mano, más no para tomar la mía sino por el contrario, para acercar a Martha junto a ellos y como lo habíamos hecho anteriormente, los tres se besaron y yo me quedé a un lado, detallando la unión de labios, lenguas, humedad y respiraciones entre cortadas.
    
    Fue Martha la que reparó en mi apartada soledad de espectador y jalando a mi esposa con ella, se acercaron las dos sonrientes para comernos las bocas también, mientras Hugo nos observaba y en sus ojos grises por fin pude percibir un brillo, el de la excitación por haber sellado así, el excitante ...