1. Furtel 69 (capítulo 2)


    Fecha: 22/01/2023, Categorías: Zoofilia Autor: , Fuente: RelatosEróticos

    ... estral, la zorra se comportaba como una ninfómana. Si había algo que sabía hacer de manera profesional era actuar como una manceba experimentada. El sexo formaba parte de su día a día, desprenderse de sus lujuriosos deseos era imposible.
    
    El coyote se quitó la ropa, se sentó en la cama, se aproximó a la zorra, palpó su tibio cuerpo y admiró su lindeza de cerca. Al tocarla, sus glándulas produjeron más lubricación. Su fino hocico acercó para olfatear el penetrante aroma que la hembra liberaba. Como la fragancia magnetizadora que era, lo atraía, arreciaba su sexo, lo llenaba de libídine, le producía un hormigueo en la ingle, le ponía los pelos de punta.
    
    —Sea lo que sea que vayas a hacer, hazlo sin acholamiento —le pidió.
    
    —Ni sé qué es eso.
    
    Sin perder el tiempo, le acarició los muslos con sus manos y apoyó el mentón sobre su vientre para seguir inhalando las feromonas que ella excretaba. Centró la atención en su punto más sensible y la lengua sacó para explorar el glande de su compañera. Como si se tratase de una erección, el rígido clítoris era la fuente más vasta de terminaciones nerviosas, y la que más le gustaba estimular, o mejor dicho, que se la estimulasen. Sin apuro, empezó a lamerle de arriba abajo, de izquierda a derecha, en zigzag, dibujando círculos y hemiciclos; lo hizo de mil maneras distintas.
    
    —Jack, me muero —gimió la zorra—. Sigue así.
    
    Para intensificar su fruición, insertó los dedos de la mano derecha en su orificio, examinó el interior ...
    ... de su vagina en busca de más placer. Los dedos y la lengua iban a la par en cuanto a esfuerzo, ambos producían deleite a su manera. Mientras más exploraba, más goce provocaba. Estaba casi tan excitado como ella. Su miembro ya había salido del velloso prepucio que lo ocultaba, crecía a paso ligero al mismo tiempo que el nudo se le inflaba como un globo.
    
    —Ay, no te detengas. Estoy por venirme.
    
    En menos de lo esperado, la zorra se retorció de placer, le temblaron las piernas y se vino como una ola. Sus genitales quedaron empapados como siempre. Sin aliento quedó y muy contenta se puso.
    
    —Tú sí sabes cómo calentarme.
    
    —Tengo experiencia en esto.
    
    —Ya que estamos aquí ¿qué tal si lo hacemos? —sugirió para pasar el rato—. Tenemos lubricante de sobra.
    
    —Nos engancharemos un buen rato.
    
    La zorra tomó más lubricante de la botellita, se lo untó en su verga, humedeció sus bolas peludas y su prepucio. Una vez listo para la cópula, el coyote se acomodó encima de ella, la penetró suavemente y sin premura. Fue variando las penetraciones: de suaves a duras. Con cuentagotas, se excitó lo suficiente para empezar a metérsela con ganas. Cuando empujaba con fuerza, la hacía gritar como una puta. Al rojo vivo se ponía cuando alcanzaba el límite de la exaltación, sentía que su venida era inminente. Antes de llegar al clímax, introdujo el nudo en su vagina para así iniciar el abotonamiento que tanto disfrutaba.
    
    —Jack, muero de placer.
    
    —Yo también.
    
    Llegadas las famosas ...
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