1. Furtel 69 (capítulo 2)


    Fecha: 22/01/2023, Categorías: Zoofilia Autor: , Fuente: RelatosEróticos

    ... cuánto tiempo.
    
    Al ingresar a la habitación, inspeccionaron cada recoveco y cada detalle para cerciorarse de que estuviese en buenas condiciones y que no hubiese cámaras ni micrófonos ocultos. El interior era cómodo, tenía una amplia cama matrimonial cubierta con edredón colocada entre dos mesillas de noche con tres cajoncitos, un clóset grande con barra y diez perchas fijas, una ventana al costado, un baño decente y dos lámparas incandescentes.
    
    —Y bien, ¿qué te parece?
    
    —Es mejor que la covacha en la que estábamos antes.
    
    —Un pozo negro sería mejor que nuestra antigua morada.
    
    —Aunque el recepcionista me cae mal. ¿No pudieron encontrar un tipo más antipático para que atendiese al público?
    
    —Es un hotel media estrella, ¿qué esperabas encontrar, un servicio de lujo como en las películas?
    
    —Bueno, al menos conseguí un poco de lubricante —sujetaba entre sus manos las botellitas con líquido transparente—. Probaré qué tan bueno es —se lanzó a la cama como la desesperada perra en celo que era.
    
    Se desvistió con rapidez, tiró al suelo sus guiñapos, se quitó la ropa interior, se extendió a lo largo y ancho de la cama, abrió una de las botellitas y untó un poco del ungüento en los dedos de sus manos. Se embadurnó las tetas con lubricante y acarició sus rosados pezones, poniéndolos bien húmedos. Si bien no era la calidad que a ella más le gustaba, era suficiente para excitarla. Sus inquietas manos recorrieron desde el pecho hasta el vientre y de allí hasta la ...
    ... entrepierna, cruzaron por encima del velloso monte de Venus rumbo hacia la parte baja. Al abrir las piernas, dejó expuesto su clítoris y su boca invertida con labios ardientes. Sus manos se desplazaron por la vulva con libertad mientras los dedos creaban círculos, uno tras otro, en busca de más sensaciones intensas.
    
    —¿No te molesta hacerlo aquí y ahora? —el coyote le preguntó, no podía quitarle los ojos de encima—. Acabamos de llegar.
    
    —La calentura no espera. Lo sabes muy bien —le replicó—. Además, tú te masturbaste en lugares públicos cientos de veces.
    
    —Pero yo al menos era discreto.
    
    —He estado cargando con esta arrechura desde que salimos. Ya no aguanto más. Quiero correrme como una perra alzada.
    
    La zorra no dejaba de mover su corola de pétalos con sus humedecidos dedos. Los labios menores eran sensibles, tocárselos generaba un placer moderado. Expuso su vestíbulo y su cíngulum a los ojos de su novio para que viera su belleza incomparable. El segundo orificio, debajo de la uretra, era profundo y muy flexible. Era un túnel oscuro y tenebroso que iba hasta el útero, donde se volvía menos blando. La excitación que acarreaba producía la dilatación de su vagina y la lubrificación de sus rugosas paredes; no obstante, a ella siempre le fascinaba tener muchísima lubricación. Poco a poco, tanto sus labios como su clítoris se iban hinchando.
    
    —¿Buscas provocarme para que te dé placer? —la miró de reojo.
    
    —Me excito más cuando me observan.
    
    Aun sin estar en su ciclo ...
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