1. Furtel 69 (capítulo 2)


    Fecha: 22/01/2023, Categorías: Zoofilia Autor: , Fuente: RelatosEróticos

    ... cintas VHS de películas para adultos de los años noventa. Por sus cajitas, las reconoció al instante. Eran películas que había visto en su juventud y le habían servido de inspiración para un futuro negocio en la industria audiovisual. Junto con su novia, había grabado varias escenas teniendo sexo que luego editaba para venderlas por internet. Aun sin ser un negocio muy lucrativo, siempre dejaba ganancias.
    
    —¿También venden porno aquí? —le preguntó al recepcionista.
    
    —Esa colección es mía —la señaló—. Lo que nosotros vendemos a nuestros clientes es lubricante íntimo y condones —les mostró una caja con los susodichos productos de uso íntimo.
    
    —Haberlo dicho antes —interrumpió la zorra, más emocionada que nunca—. ¿A qué precio tiene las botellitas de lubricante?
    
    —Llévese una de doscientos cincuenta mililitros por diez pesos —le enseñó una de mediana calidad con etiqueta amarilla.
    
    —Llevaré cinco —le entregó cincuenta pesos al instante y tomó las cinco botellitas.
    
    —Un momento —interrumpió el coyote—, ¿desde cuándo los hoteles venden este tipo de cosas?
    
    —Este lugar fue un motel en el pasado, como no lucraba lo suficiente, el dueño lo convirtió en hotel, sin perder su esencia sicalíptica.
    
    —Oiga, señor, ¿no le molesta que los huéspedes tengan sexo en las habitaciones?
    
    —A mí me vale verga lo que hagan los huéspedes en sus habitaciones —respondió con poco interés—, mientras paguen su estadía, todo estará bien.
    
    —¡Mierda! ¡Qué buen servicio! —se rio con ...
    ... disimulo.
    
    —Por cierto, si llegásemos a necesitar algo en algún momento, ¿a quién se lo podemos pedir? —preguntó la zorra.
    
    —El botones los atenderá.
    
    —¿Sabe dónde está?
    
    —Si no está cogiendo con alguno de los huéspedes o con el barman, está en el sótano. No es un sujeto muy responsable que digamos.
    
    —¿No tienen mucamas aquí? —le preguntó el coyote.
    
    —Sí, seis putitas que están siempre ocupadas haciendo lo mejor que saben hacer.
    
    —Al parecer, caímos en el sitio apropiado y en el momento apropiado —musitó la zorra con una sonrisa sospechosa y malvada.
    
    —Sin duda —el coyote le dio la razón.
    
    Habiendo completado la tarjeta de registro, el mapache completó las tarjetas de identificación de los novísimos huéspedes y les dijo en qué parte se encontraba el bar para cuando quisiesen ir a chingarse y los horarios de atención del hotel. También les dijo que no había maletero que los ayudase así que tenían que cargar sus pertenencias por cuenta propia.
    
    Los caninos le dieron un pagaré para prometer que iban a solventar los gastos antes de irse, se les entregó la llave con número de habitación y se dirigieron a su nuevo escondite. Como no había ascensor, tenían que subir por las escaleras en forma de espiral.
    
    Cruzaron el último pasillo hasta pararse frente a su nueva recámara, donde podían hacer lo que querían sin ninguna restricción. Después de una eternidad de haber estado dando vueltas por doquier, finalmente hallaron el sitio indicado para resguardarse por quién sabe ...
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