1. Sometida por el bully de mi hijo (2)


    Fecha: 19/01/2023, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi época de adolescencia. El internet y la pornografía los hacían muy precoces.
    
    Robi apuntó su pija, sin molestarse en colocarse un preservativo, y me penetró una y otra vez. Lo hacía sin tocarme, sólo su pelvis depilada chocaba con mis muslos. Yo empecé a gemir contra mi voluntad. Trataba de disimular el placer que me hacía sentir esa pija, pero no podía. Odiaba a ese pendejo, pero su miembro era hermoso, y sabía cómo utilizarlo.
    
    Robi me miraba, desde las alturas de su ego, con arrogancia y superioridad. Cuando iba a acabar, retiró su sexo de adentro mío.
    
    -Vení acá, y tomá la leche.- dijo.
    
    Yo, entusiasmada porque al fin la cosa terminaba. Me senté en cuclillas y empecé a masturbarlo. Intuía que iba a querer eyacular en mi cara, así que, sin más vueltas, la acerqué a su glande, mientras seguía sacudiendo la verga con desesperación. Los chorros de esa leche pegajosa saltaron con vehemencia hacia mi cara. Le regalé una vista de mi rostro embarrado con su semen. La disfrutó durante un rato. Entonces me pare y me fui a limpiarme.
    
    A los cinco minutos llegaron Leandro con los otros Malnacidos.
    
    En ese momento decidí que, por el ...
    ... momento, lo mejor sería complacer a Robi en todo lo que me pidiera. Si mantenía la expectativa de un nuevo encuentro, no querría compartirme con nadie. Guardaría el secreto para disfrutarme él solito, como si fuese su juguete personal.
    
    Su tío era otro problema, pero por sus meses de silencio, supuse que sería más fácil de complacer, aunque quizá más difícil de acallar.
    
    Estaba a merced de esos dos sátiros. Uno peor que el otro. No sabía qué le deparaba a mi vida. Tenía que idear una manera de sacármelos de encima. Pero, de momento, no se me ocurría nada. En todas mis elucubraciones, terminaba desnuda, a merced de los caprichos de ese pendejo.
    
    Esperaba que mi hijo, al menos, siguiera viviendo en su burbuja, sin darse cuenta de nada. Robi había cambiado de juguete. Ya no necesitaba al chico torpe que lo hacía sentirse superior cuando era blanco de sus burlas; y que le generaba un placer sádico al verlo sufrir. Ahora contaba con una adulta con la que podía jugar a juegos más perversos, a la que podría humillar y usar como si fuese una esclava sexual. Confiaba en que dejaría de molestar a mi hijo. Me parecía un buen intercambio.
    
    Continuará. 
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