1. Emma y Juan


    Fecha: 15/06/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    —Te digo que le medía 25 centímetros, ¿vale? Intentó metérmela entera y pensé que me ahogaba con mis propias babas.
    
    —Chica, qué cerda eres. Parece mentira que seas la alumna modelo de la clase.
    
    —¡Habló la santurrona! ¿Cuántos profesores llevas ya? Estás celosa porque me eligió a mi y no a ti.
    
    —Tía, no exageres tanto, anda. A las dos nos gusta perder un poco la cabeza, pero hay un límite. No puedes chupársela a cada conductor de Uber que pillemos. Si será por dinero, tía. Además, fuiste tú la que se lanzó.
    
    —Calla, calla, que ya lo sé. Si es que no he podido resistirme, tía, ya sabes lo que me gustan los maduritos...
    
    —Y mientras tanto tu amiga despechada esperándote.
    
    —Y cuando he ido a pagarle, sin querer he rozado su polla y la he notado palpitar. ¡Te lo juro! ¿Qué querías que hiciera? ¡Lo siento, Leticia!
    
    —Bueno, no pasa nada, pero la próxima vez en vez de dejarme tirada, compartimos el rabo.
    
    —Tía, eres misister, ¿vale? Nosotras compartimos todo. Pero es que este me gustaba de verdad y quería estar con él yo sola, sabes que odio esperar mi turno en las mamadas.
    
    —Pff, te pones histérica. Bueno, venga, no te ralles. ¿Y Así sin más lo has hecho? ¿Se ha corrido dentro?
    
    —Hasta la última gota. Más bien me ha follado la boca. Yo estaba tan cachonda que no hacía otra cosa que restregar mi culo contra el asiento, pero ni siquiera me ha tocado. Sólo me agarraba del pelo y me presionaba para que se la mamara entera, hasta que he conseguido chocar su ...
    ... barriga con mi frente. ¡Menuda polla!
    
    —Chica, otra cosa no, pero las pollas son tu especialidad. Pero sigo sin creerme lo de los 25 centímetros.
    
    —Así que eso te cuento, yo le he hecho el servicio pero él me ha dejado con todas las putas ganas.
    
    —Pues mira, luego vamos al bar de los maduritos que nos gusta y nos elegimos un par para nosotras solas. La última vez que lo hicimos me encontré a mi antiguo director de instituto, ¿te acuerdas? Aunque fuiste tú la que acabaste recibiendo su leche...
    
    —No sé, tía, me apetece ponerme hasta el culo y bailar hasta que me canse— y se puso a bailar un sensual perreo, acorde con la música latina de la fiesta al aire libre en la que estaban. Esa era Inés Rivera, la reina del perreo y famosísima por sus mamadass, que junto a su amiga Leticia, una gallega de unas tetas desorbitantes, era la chica más popular (para los maduritos la más accesible) de toda la Universidad. Con el pelo sedoso y castaño que le llegaba hasta el culo y un bonito color de piel caramelo, calzaba unas piernas largúisimas que realzaban su magnífico culo, firme y redondo—. Y luego igual me pido un uber.
    
    A su lado estaba nuestro protagonista, Juan, escuchando furtivamente la conversación y empalmándose cada vez que hablaban explícitamente de sexo. No creáis que era algo raro en ese sitio, lugar donde la juventud había crecido sin ningún tipo de restricción moral . Él sólo había tenido un encuentro con Leticia, quien después de chupársela le pidió como recompensar un ...
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