1. Las carnes de la tía


    Fecha: 16/08/2022, Categorías: Incesto Autor: nachoARG, Fuente: CuentoRelatos

    ... haciendo chorizos más ricos que yo jaja.
    
    Con la panza repleta de comida y una mezcla de miedo y morbo por las lecciones de la tía, me acosté en el sillón-cama del living y, mientras jugaba con mi celular, mamá y la tía me avisaron que se iban a dormir. Dejé pasar unos minutos y, después de un poco de manoseo, me levanté al baño con la verga endurecida y con las tetas de la tía rebotando en mi mente.
    
    Caminé por el oscuro pasillo caminé hacía el baño con el objetivo de mear y de descargar mi calentura con una paja nocturna. Pero al pasar por la puerta cerrada de la habitación de la tía un sonido hizo que frenara de golpe. Pegué mi oído a la puerta y escuché el “prrr” constante del juguete de la tía acompañado de gemidos cada vez más fuertes. Era mi oportunidad perfecta para golpear la puerta y aprovechar la excitación de mi provocadora tía. Decidí contener las ganas y seguir con el juego de seducción, ya que era lo que más calentura me provocaba. Con la imagen de la tía masturbándose en mi cabeza, fui al baño, me hice una paja rápida y volví al sofá cama. Dormí plácidamente toda la noche.
    
    A las 10 de la mañana me desperté con el sol que se colaba por la ventana en mi cara. Hacía mucho calor así que me vestí con un pantalón de fútbol, una musculosa ajustada y ojotas. Entré al comedor y ahí estaban mamá y la tía Norma charlando desde muy temprano. Las saludé a ambas, pero casi no pude mirar a mamá por las transparencias de su hermana. Llevaba un camisón negro semi ...
    ... transparente casi hasta las rodillas y atado por la cintura con un fino hilo del mismo color. La transparencia de su prenda dejaba ver, casi en su totalidad, un hermoso corpiño de encaje negro que hacía casi imposible dejar de mirar sus enormes tetas de quirófano. Desvié la mirada todo lo que pude mientras que mamá me unía a la conversación.
    
    -¿Dormiste bien mi amor?
    
    -Excelente ma, como un bebé –que le encantaría amamantar las tetas a la tía, pensaba por dentro.
    
    -Me alegro querido, ese sillón es muy cómodo. A veces yo también me quedo dormida ahí –acotó la tía– Yo también dormí como una reina, aunque voy a tener que lavar el cubrecama porque tiene una mancha que no me doy cuenta cuando se la hice.
    
    Mientras sorbía su taza de café, levantó la vista y me miró con ojos pícaros. La tía lo sabía, había descubierto mi travesura húmeda y pegajosa, pero no me había increpado frente a mamá.
    
    -Quien sabe Nor, capaz se te volcó café y no te diste cuenta –trató de descifrar mamá.
    
    -No creo Clau, no soy de tomar café en la cama y no tenía olor a café. Era un aroma mucho más fuerte, rico, pero no era café -contestó mientras se pasaba la lengua por el labio superior como saboreando el regalo que, sin querer, le había dejado en su cama.
    
    Me senté en la mesa con ellas para ocultar la erección que llegaría en cualquier momento al enterarme que a la tía le gustaba el olor de mi leche. Por suerte, la conversación siguió por otros rumbos.
    
    -Como te contaba Clau. Cuando falleció Miguel ...
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