1. Una deuda pendiente


    Fecha: 06/05/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... El pareciera no avanzar en la acción, así que es ella quien insinúa que se vaya desnudando, empezando a retirarle lentamente la ropa, sin dejar de besarse y tocarse por todas partes. Y, ante esa iniciativa de ella, ahora es él quien se ve apurado para quedar igual de desnudo a ella. ¿Te acuerdas que estuvimos así, desnudos los dos, cuando fuimos a los baños turcos en Münich? Si, dijo ella, riéndose, pero aquí no hay vapor.
    
    A continuación, ella empezó a masajear el pene de Edgar, diciéndole, allá nos faltó hacer esto. Había mucha gente alrededor. Sí, dijo él, avanzando hacia la cama, de manera que fue inevitable que ella cayera tendida de espaldas, y, sin más preámbulos, abrió sus piernas, y, haciendo una seña con su mano, le invitaba a que se aproximara, indicando con este gesto su disposición a recibirle. El, comprendiendo lo que pasaba, sin tardanza, se apresuró a cubrir con su cuerpo el de ella y penetrarla, en posición de misionero, con mucha atención y cuidado, empujando suavemente hasta que todo su miembro desapareció totalmente dentro del sexo de mi excitada y ansiosa señora, empezando a empujar con ritmo, lentamente, sacando y metiendo su miembro en toda su extensión.
    
    Aunque su pene no se veía muy grande, sí parecía bastante grueso, obligando a que el sexo de mi mujer se abriera dificultosamente para acogerle. Ella, algo debió sentir porque, tan pronto se sintió penetrada, empezó a gemir con un volumen un tanto bajo, ya que Edgar no dejó de besarla mientras ...
    ... continuaba su faena. Sus manos acariciaban las piernas de mi mujer y ella, colocando sus manos en las nalgas de él, atraía su cuerpo hacia ella. Sus piernas, bien abiertas y levantadas, indicaban que estaba experimentando inmensas y gratas sensaciones. Sus brazos se desplazaban por encima de su cabeza y, al compás de las embestidas de él, volvían hacia sus nalgas para acariciarle. De hecho, se le veía bastante excitada.
    
    Laura, ¿por qué no te pones de espaldas? Quiero penetrarte desde atrás. ¿Quieres? Y ella, sin decir palabra, simplemente se acomodó siguiendo la guía de su corneador. Se colocó de rodillas sobre la cama, se apoyó en la baranda de la cabecera y expuso sus nalgas hacia atrás para que su macho la embistiera como deseaba. Él estaba encantado. Se acomodó detrás de ella, tomó su miembro entre las manos y lo apuntó a la entrada del agujero de mi mujer, quien se mostraba deseosa de tener de nuevo aquel miembro taladrando dentro de sí. Y él, respondiendo a ese gesto, empezó a empujar con mayor fuerza y vigor.
    
    Se escucha a Laura gemir al vaivén de las embestidas del macho, quien se esfuerza para darle y darle, con insistencia, desfogando todas las ganas contenidas después de tantos años de espera, aprovechando para disfrutar cada centímetro del cuerpo de ella, puesto a su entera disposición. Y así, después de algunos minutos, entre embestidas y gemidos, ambos parecen llegar a la cúspide de la excitación y del gozo. Aquel, de repente, retira su miembro y descarga toda ...