1. Yo soy la Paca


    Fecha: 29/01/2022, Categorías: Confesiones Autor: Thotem, Fuente: CuentoRelatos

    ... quería ir a la piscina que tanto había oído hablar en mi entorno, como si fuera un gran océano donde descargar esas ansias de juventud.
    
    Llegó el domingo, la semana entrante ya entraba en la casa, dije a una de las chicas del servicio si venían, sentían aprensión hacía mi persona. Incluso me llegó a contestar, que no iba con putones… insolente… la verdad. Incluso le enseñe mi bañador e hizo ascos.
    
    El domingo por la mañana ya estaba en una piscina, había ido con autobús, incluso en el recinto del complejo pude cambiarme. Me cambié en los vestuarios, salí, procuré menear el culo como si fuera una campana, notaba que mis nalgas iban acompasadas, una subía la otra bajaba, iba apechugada. Oí comentarios de mujeres casadas junto a los maridos, tales como “putón” o “puta verbenera”; en cambio los hombres me miraban, me hacía sentir mujer, el olor a cloro me molestaba algo, acostumbrado a ríos y charcas. Me tumbé en una tumbona y me puse unas gafas en forma de corazón que había comprado. Miré de forma lateral tras los lentes y vi que era observada, lo que me hizo sentir segura. Me sobresalto una cara negra, me pedía de forma amable el ticket de la entrada.
    
    Se lo tendí, en su camiseta anaranjada lucía LIFEGUARD, era el socorrista de la piscina, me miró con simpatía y descaro, lo observé y se fue caminando a paso largo, mirada transversal, seguro de si mismo, al sentarse me dedicó una mirada de seguridad, su pose era altanera, negro como la noche, parecía un animal al ...
    ... acecho. Su compañero en contraste era blanco como la leche, pelo rizado, usaba gafas de cristal azul. Noté que charlaban, me miraban, me sentía el centro de atención. Volvió acercarse el negro, me hizo saber que si necesitaba nada se lo hiciera saber, me veía algo perdida.
    
    No me lo tomé a mal, era la verdad, me dijo que si quería al terminar la guardia ellos me enseñaban las instalaciones, mi nombre, Paca, le resultaba extraño. Accedí, vi como los dos charlaban, estaban algo nerviosos, cuchicheaban entre ellos. Al llegar su relevo de socorristas, como si les corriera prisa vinieron, está vez los dos, que me harían un pequeño tour o recorrido como llamo el blanco.
    
    Fui con ellos, éramos observados en el recorrido de la piscina por la gente, niños estridentes con berridos y chapuzones, mujeres cuarentonas con miradas despectivas. Bajamos una pendiente apartada y pasamos tras los motores de la piscina y entramos en un pequeño habitáculo, el negro dijo al otro al oído “es el único lugar factible, sin que se den cuenta”. El negro me dijo que me quedara en el pequeño cuarto, enseguida me enseñaba el sistema. Solo veía cuadros de electricidad y sonido de motores. Pude oír como discutían afuera los dos:
    
    — Tú estás loco se van a dar cuenta, además la tía tiene actitud pasiva, parece algo retraída — dijo el blanco.
    
    — No voy a desaprovechar una oportunidad así — contesto el negro.
    
    — Siempre que quiera, claro — dijo el blanco.
    
    — No ves que es carne de cañón, imbécil, pide a ...