1. Trabuco


    Fecha: 17/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... saberlo?
    
    Tras un momento de duda, un leve asentimiento. Trabuco estiró el brazo y sus dedos rozaron los abultados labios.
    
    —Alguna me dio su boca. Una delicia. Y un buen trato, desde luego: unos labios húmedos a cambio de otros. Pero yo no quiero la vuestra, mademuaselle. Una dama honorable podría ser tan estúpida como para intentar morderme. Y no me apetece, que hay cosas que se tragan, pero no se mastican. No. A una dama de alcurnia es mejor abrirle el culo. Así, si le da por apretar los dientes, será por buen motivo.
    
    Uniendo acción y palabra, Trabuco se deslizó desde los labios hasta las sólidas posaderas y agarró carne. Ella sintió el anillo clavándose a través de la tela. Se revolvió entre sus brazos.
    
    — ¡No! –gritó la dama—. Eso es inmoral. Es contra natura. ¡Rufián!
    
    —Sin insultos, mademuaselle —protestó Trabuco con una sonrisa—. Expuestas están mis condiciones. Podéis aceptarlas y enseñarme el trasero, o rechazarlas y contemplar el mío.
    
    Y dándose la vuelta, empezó a alejarse lanzando al aire el anillo como una moneda en la que siempre salía la misma cara, hasta que la joven le detuvo con un grito.
    
    — ¡No!
    
    Él la miró. Ella bajó la vista al suelo. Se dio la vuelta. Él se acercó y la agarró por los hombros. La condujo hacia la puerta abierta del carruaje.
    
    — ¿Cómo sé que me devolveréis el anillo? —preguntó en un susurro.
    
    —No tengo motivos para mentiros, querida. Soy hombre de palabra. Os podría tomar por la fuerza si quisiera. Podría meteros la ...
    ... verga por todos lados, pero soy un caballero. ¿Sois virgen también por detrás?
    
    Ella asintió, tímida.
    
    —Mejor.
    
    Agarrándola por el cuello, la invitó a inclinarse sobre el suelo del carruaje. Así quedó con el torso a resguardo dentro de la estructura y el culo fuera, incitando al asalto; podría gemir, gritar, o lo que quisiera, quedando el ruído atrapado en el pequeño habitáculo. Porque la discrepción es importante en asuntos de alcoba: que luego llega un caballero andante atraído por el alboroto y tendría que parar para despacharlo, con lo que corta las ganas detenerse para ensartar a un hombre mientras estás ensartando a una moza. Peor sería que llegase alguno de sus hombres y tener que compartir. Hasta es posible que la joven también apreciase la discrepción.
    
    Trabuco acarició las pompas. Las masajeó. Subió la falda, subió el cobertor, subió las enaguas y otras capas más cuyo nombre no conocía, maldiciendo en cada paso la manía de las mujeres de cubrir semejante belleza bajo tanta tela y que encima fuese a él a quién llamaban criminal. Unos calzones de lino suave con lazo de seda se interponían entre él y su objetivo, pero ya no tenía paciencia para deshacer nudos. Cual Alejandro Magno con su espada enhiesta, dió un fuerte tirón para desgarrarlo. A su disposición quedaron dos hermosas nalgas blancas, bien alimentadas pero firmes, expuestas a sus atenciones. No ahorró alabanzas mientras las sobaba, las amasaba, las levantaba y dejaba caer recreándose en la elasticidad ...
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