1. ¿Te he contado mi primera vez?


    Fecha: 08/01/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... creciendo, y que nos miraban como pensando “olvídate de ellos, no son para ti”. Lo mismo (seguro) era lo que pensaban.
    
    Y los macacos salidorros solamente habíamos pasado al nivel de chimpancé salidorro, pero nos faltaba mucho para gorila salidorro. Seguíamos, cuando las damitas ya andaban en otras cosas, disfrutando del futbol, las peleas, las pajas, del escaso porno que nos llegaba y de las sesiones dobles en el cine del barrio.
    
    Y fue en ese cine de barrio donde, tras agotadoras sesiones de conquista, Mari Jose, a quien llamábamos “la Ducati” porque ningún chico era capaz de adelantarla en una carrera, me enseñó que la lengua no solamente servía para hablar, sino para besar (aunque aún tardaría en reconocerla como otro órgano sexual) y el tacto de una teta por fuera del sujetador. No voy a hacer recuento de las masturbaciones que dediqué a eso…
    
    No fue más que eso, pero a esa edad, es TODO ESO. Y es un indicativo de lo que aún te queda por conocer en el mundo del placer.
    
    Y con eso, porque Mari Jose nunca me dejó llegar a más, pasó el invierno y la primavera, en la que yo andaba berreando por las esquinas de puro ansia de sexo. Es muy duro ser un “hombrecito” en plena explosión de pubertad.
    
    Llegó el fin de curso y con él, el aterrizaje en casa de Pepe, LuisMi y Laura (era una gran amiga de una de mis hermanas). Pasamos unos días estupendos, donde no hubo grandes avances en nada más que, si acaso, en la obsesión por el sexo que teníamos los chicos, que se ...
    ... debió ver agravada por juntarse más chavales con el ritmo por las nubes.
    
    Y después, todos para Almería. Pero con novedades, porque a mi hermana y a mí nos recibirían en casa de Mara, puesto que en la de Pepe estaban alojados unos familiares de Granada que se incorporaban para luego ir a Roquetas.
    
    Ver a Mara, morena del sol, siempre sonriente, oírla ese acento que era almeriense pero menos, cuando bajamos del tren, y como después de abrazar a sus hijos me plantó dos besos, dejando un poco de canalillo a la vista al agacharse un poco… En fin, la lástima es que al no compartir habitación con Pepe, esta imagen superporno sería solo para mí. ¡Felices pajas! me deseé a mí mismo.
    
    La primera tarde de playa, donde nos fuimos con Mara, ya me pilló de mirón, pero esta vez fue mientras hacía fotos mentales de Laura, cada día más guapa, cada día más mayor, cada día provocándome más calentón… Yo seguía siendo tan educado como me habían inculcado mis padres, pero creo que también es inevitable que mirara a Laura, que seguía siendo mi amor, y a Mara, que seguía siendo mi diosa del sexo deseado, y que Mara, que empezaba a vigilar más frecuentemente, mi pillara mirando a cualquiera de ellas en varias ocasiones.
    
    Y no sé si por instintos de madre, o porque había leído las cartas que intercambiábamos, o porque alguno de sus hijos había comentado algo y ella relacionó, Mara se enteró de que Laura y yo andábamos enamoriscados. Nosotros ni lo imaginábamos, pues ni ella ni su marido ponían ...
«12...456...12»