1. Viaje al infierno (2)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... trabajarían, estepa cerealista y bosque maderero, donde también algún hombre cortaría árboles.
    
    La sorpresa que von Labnitz se llevó el día de su llegada, al saber que el comandante del Campo era la comandante, fue chica con la que al siguiente día se llevó, cuando vió a la tal comandante, la teniente coronel Galina Piotrovna Korsakova. Fue por la mañana, temprano, cuando las brigadas de prisioneros formaron en la explanada central de su recinto y los jefes alemanes de brigada, todos ellos de los “amoldados” al ideario marxista-leninista, y más que prestos a colaborar con los rusos, daban la novedad a los oficiales soviéticos de servicio, éstos al segundo en el mando y el segundo a la comandante jefe. Todo muy militar; muy formalista.
    
    Pues bien, la gran sorpresa le llegó al mayor von Labnitz cuando la teniente coronel Galina Piotrovna Korsakova, en su mañanero deambular alrededor de las brigadas formadas, mirándolo todo pero sin fijarse en nada ni nadie en particular, atenta sólo al conjunto, pasó cerca de él. Se quedó de piedra, helado ante ella, pues de inmediato reconoció en aquella teniente coronel a la joven oficial rusa con la que se topara aquél día en el dédalo de calles y vericuetos subterráneos que eran las alcantarillas de Stalingrado. Tal fue su sorpresa que, cuando se dio la orden de marcha a las brigadas, él no la escuchó, ensimismado, alucinado, como estaba ante la visión de aquella mujer; una mujer que entonces, en esa mañana de otoño, cuando el duro ...
    ... invierno ruso se cernía más que se acercaba sobre aquél espacio de tierra al pie de la cordillera de los Urales, le pareció más hermosa, atractiva y deseable que antes, allá en Stalingrado, si tal cosa fuera posible.
    
    De manera que se quedó quieto, plantado en su sitio, cuando la gente de su brigada empezó a marchar, con lo que atrajo hacia sí a uno de los guardias que los custodiaban, aullando más que gritando, que la emprendió con él a golpes y empellones que le hicieron trastabillar hasta dar con su humanidad por el santo suelo. El enfurecido guardián organizó un escándalo de gritos, insultos y denuestos contra el mayor alemán, que llamó la atención de casi todo el mundo, sin excluir a la teniente coronel jefe, que rauda se plantó en el sitio, ante el soldado soviético y el prisionero en tierra. Entonces fue cuando la mujer reconoció al capitán alemán que un día encontrara en las alcantarillas de Stalingrado y otro día la librara de ser fusilada.
    
    Si el verla y reconocerla a ella había constituido una tremenda sorpresa para el mayor Günter von Labnitz, la sorpresa de la mujer, al verle y reconocerle a él, no fue menor. Como el propio von Labnitz pensara, también ella se dijo para sí misma al momento: “¡Pero qué pequeño es el mundo!”
    
    Entonces la teniente coronel soviética reparó en las insignias de mando que von Labnitz lucía en su desgarrado uniforme, y en el pasador de la Cruz de Hierro de 1ª clase prendido entre la fila de botones de la chaqueta del uniforme
    
    La ...
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