1. Viaje al infierno (2)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... Así, le confirmaron que, efectivamente, el mayor Günter von Labnitz fue repatriado en 1956, pero nada más podían decirle allí. Le recomendaron acudiera a las Asociaciones de Oficiales Veteranos de la Wehrmacht en Alemania. Marcharon pues los tres, Galina y sus dos hijos gemelos, a la RFA y, tras contactar con varias de tales asociaciones, en una de ellas le dijeron que el mayor alemán era uno de sus asociados, por lo que supo, por fin, dónde hallar a su amado. Y hasta ahí la historia, más o menos reciente, de Galina Piotrovna.
    
    Sobre las ocho de la tarde, tal vez algo después, los cuatro salieron a cenar a un restaurante próximo, algo frecuentado por Günter. Galina quiso hacer algo en casa, pero su marido no lo consintió. Tiempo habría para que su mujer se luciera en la cocina… O fuera él el que se luciera, que tanto monta, monta tanto, ella como él, él como ella.
    
    La cena acabó y, metidos en el coche de él, iniciaron el regreso a casa. Pero resultó que la vuelta fue un momento arto difícil para Galina, pues sabía muy bien lo que sucedería a poco de llegar allí. Que se irían a la cama, ella y Günter padre en el cuarto y los chicos en el saloncito, en el sofá la chica y en el santo suelo el joven Günter. Y sólo separados de ella y su marido por una puerta más bien delgada. Y, cómo iba a mirar a la cara a sus hijos tras esa noche. Pues bien sabía lo que ocurriría tan pronto se metiera en la cama con Günter, los gemidos, los jadeos, ...
    ... los aullidos o alaridos de placer que lanzaría no cesarían en toda la noche.
    
    Subrepticia, muy subrepticiamente, lanzó una mirada hacia atrás, hacia sus hijos, y… ¡Maldita sea! ¡Capullos, más que capullos! ¡Han adivinado por lo que su madre está pasando y se lo están pasando en grande choteándose de ella!
    
    Desvió la vista hacia su marido y… ¡Mírale, tan fresco, tan tranquilo!... ¡Hombres!... Tienen la sensibilidad de un hipopótamo… ¡Ella allí, nerviosa, hechos huéspedes los dedos, y él tan telendo, como si dentro de nada no fuera a pasar lo que iba a pasar!... ¡Hombres, hombres!... Al fin llegaron a la puerta de casa y Galina, resignada, fue a abrir la portezuela para bajarse del coche, pero su marido la retuvo.
    
    Günter había apagado el motor del coche. Sacó la llave de contacto, reunida con otras dos en un llavero que exhibía la marca del coche, un BMV; sacó del llavero las otras dos llaves y, volviéndose hacia atrás, hacia sus hijos, les entregó las dos llaves
    
    Los dos chicos se apearon y echaron a andar hacia el portal de casa, mientras a su espalda el motor del coche volvía a rugir. Se volvieron para ver marchar a sus padres, sabiendo que partían a vivir su verdadera “luna de miel”, con bastantes años de retraso, eso sí, pero bien se dice que “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Luego, cuando el coche apenas si se divisaba entre el tráfico, los dos hermanos se miraron sonrientes. Entonces, el muchacho dijo a su hermana 
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