1. Viaje al infierno (2)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... atrás, hasta amanecer el día 24, cuya noche sería la de Navidad; la de Navidad de antaño, pues hogaño, en este “Anno Dómini” de 1944, bien parecía que habíase Dios olvidado de los alemanes… No; aquella noche no se celebraría Navidad alguna allí, en ese campo de prisioneros de la atea URSS… No se plantaría ningún árbol, ni se cantarían villancicos, tampoco viejas canciones alemanas al amor de la lumbre, al amor del hogar…
    
    Aquella pues fue la Navidad de la melancolía, la añoranza, la nostalgia de los seres queridos que quedaron allá en la Patria, en Alemania. Cuatro años de guerra llevaban aquellos hombres, aquellos prisioneros, y hasta cinco algunos de ellos, desde Septiembre de 1939, desde Polonia, pasando por Noruega, Francia y el desierto norteafricano hasta acabar en las estepas, tundras y bosques rusos. Cuatro, cinco años, de sufrimiento, sangre, muerte y destrucción, que les pesaban en el alma; cuatro, cinco años lejos de casa, con sólo escasos lapsos de cinco, seis, diez días máximos, para pasarlos en casa, cada ni se sabe cuantísimos meses…
    
    Aquél 24 de Diciembre pasó y tras él los demás días del postrero mes del año, hasta amanecer el 31, último día de cada año, último día pues de aquel 1944 que tras de sí daría paso al de 1945. Y con el 31 de Diciembre venía también la festividad del Año Nuevo, una de las más señaladas en el calendario de la URSS, para no ser diferente del de la mayoría de los demás países o estados, Alemania incluida.
    
    Como era habitual en ...
    ... todas partes de la URSS, también en los campos de prisioneros, hasta en el que gobernaba la teniente coronel Galina Piotrovna Korsakova, se preparó la gran fiesta que saludaría la llegada del año entrante. Y la sorpresa vino cuando la comandante jefe del campo anunció que, no sólo se serviría una cena especial, de Año Nuevo, a todos los prisioneros alemanes en general, regada con vino y licor, el típico vodka, sino invitar a la cena de gala de la oficialidad soviética a una representación de oficiales alemanes, una treintena más o menos, igualándola así con el número de oficiales rusos, encabezada por el oficial alemán de más alto rango, un coronel de las Panzertruppen, las tropas acorazadas, que incluía oficiales de toda graduación, desde el tal coronel, hasta algún simple alférez. Y, casualmente, entre ellos se encontraba el mayor Günter von Labnitz.
    
    El conjunto de invitados a la cena de gala de Año Nuevo era de unos sesenta, entre alemanes y soviéticos, de éstos invitada la totalidad, por lo que en el comedor de oficiales se dispusieron seis largas mesas, con diez-once comensales por mesa, mitad por mitad, alemanes y soviéticos
    
    Y, casualidad de las casualidades, el lugar que por ¿suerte? le correspondió al mayor alemán, caía justito enfrente de donde Galina Piotrovna fue a sentarse, presidiendo mesa y cena. Aquella tan repetida casualidad facilitó una particular charla entre ambos. Nada sobresaliente y aún menos personal; coloquios normales, de esos que se suelen ...
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