Chupa-pinga - Relatos Eróticos

Chupa-pinga

... poco mejor al Señor Francisco: era de piel blanca y cabellos del mismo color, algo delgado pero con una panza prominente, calculé que tendría 55 años. Ambos me dejaron ahí y apagaron la luz, así que intenté dormir, felizmente había una manta gruesa con la que pude cubrirme y un pequeño cojín para apoyar mi cabeza.

Me despertó el canto de un gallo y los pasos de unas botas que se acercaron y abrieron la jaula, pude darme cuenta que era un hombre gordo que puso un plato con pan y otro con agua y luego se marchó, como estaba hambriento lo tragué y bebí como pude sin usar las manos, luego de un rato volvió el hombre gordo y retiró los platos vacíos, después jaló de mi collar y me llevó al sótano.

-Como es tu primer día en la casa, te explicaré que todas las mañanas haremos lo mismo, te dejaré por media hora en el baño, hay todos los utensilios necesarios ahí dentro- me dijo algo disgustado.
Pasado ese tiempo volvió el gordo y me jaló del collar y me llevó a la sala donde me esperaba mi nuevo Señor.

-Ahí le traigo a su mascota Don Francisco.- dijo el gordo.
-Gracias Tiburcio, puedes retirarte.- el Señor jaló del collar- Vamos a comprobar el apodo de chupa-pinga que tienes- don Francisco se quitó los pantalones y calzoncillos, pude ver su verga rosada flácida y sus testículos colgando.- Ven y chupa!

Le hice sexo oral por 10 minutos hasta que su verga estuvo completamente erecta, era de buen tamaño y su cabeza parecía un hongo.

-Sí que eres bueno mamando, no sigas ...

... que no quiero llenarte la boca con mi leche, quiero dártela por atrás.

Puse mi pecho contra el suelo, levantando mis nalgas y luego sentí su lengua que buscaba mi hoyo que comenzaba a latir mientras que de mi boca salían gemidos.

-Eres una perra muy caliente- al decir esto el Señor deslizó lentamente su pinga dentro mío- ¡Ahora muévete como la gran puta que eres!

Me moví lentamente hasta sentir que su verga entrara del todo y luego él me dio un par de nalgadas y metió y sacaba su pichula de mi ano con furia, luego de un rato me dio vuelta y puso mis piernas en sus hombros, se dio cuenta que yo ya había eyaculado.

 -Ya estás mojada perra cachera-  dijo mientras seguía gozando y pasando unos minutos sentí húmedo mi interior, sin duda era gran cantidad de semen que dejó en mi hueco, el Señor se retiró y me dejó ahí completamente satisfecho. Después de un rato llegó Tiburcio.

-Vaya que tienes el culo bien roto, ójala el don me deje probarlo un día.- Jaló de mi collar y me puso en la jaula mientras limpiaba el piso con un trapo y agua.

Luego de un rato volvió Tiburcio y me hizo salir de la jaula, llevándome hacia fuera de la casa, pude ver un patio enorme, entonces él tomó una manguera y comenzó a echar agua sobre mi cuerpo, el sol estaba fuerte por lo que sentí la frialdad del agua como refrescante, después el hombre trajo una toalla y secó mi espalda de mala manera, al llegar a mi ano introdujo un par de dedos, a lo que yo reaccioné gimiendo.

-Ya quieres que ...