1. Hermanos mellizos, mamá y papá


    Fecha: 01/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... triple penetración la terminó de volver loca, a mi adorada hermana melliza, que comenzó a derramar pequeñas lágrimas de felicidad, mientras el volumen de sus gemidos seguía en aumento. Así, alcanzó por lo menos cuatro o cinco orgasmos, en no mucho más de diez o quince minutos. Yo ya estaba por acabar, y mi padre lo advirtió, y me hizo señas para que me detuviera, indicando que mi madre todavía no había recibido el mismo tratamiento, y que era justo que ella también gozara de dos pijas al mismo tiempo, y de la atención de todos los demás. Así nos dispusimos a hacerlo, de inmediato, siendo que en esta oportunidad fue mi padre el encargado de la penetración vaginal. De inmediato yo busqué acceder a su culo, y conseguí hacerlo de costado, y la penetré sin contemplaciones, mientras Marisa ponía su lengua entre mi pene y el orificio anal de mi madre, acompañando con su lengua mis entradas y salidas.
    
    No aguanté más, y llené el culo de mi madre con mi leche tibia. Mi padre, en cambio, se retiró de su vagina, y se incorporó al costado de la cama. Mi hermana se lanzó sobre su pene, lo acomodó entre sus grandes tetas, y comenzó a hacerle una deliciosa paja, que concluyó instantes más tarde, cuando mi padre los cubrió con el contenido de sus testículos, que salió disparado de su pija como consecuencia de la enorme excitación que estaba viviendo.
    
    El sol del amanecer nos encontró a los cuatro durmiendo abrazados, y desnudos, sobre la cama. Quedaban por vivir días más calientes, aún ...
    ... ...Mi hermana melliza, Marisa, y yo, habíamos regresado a nuestra casa paterna, en la ciudad de Córdoba, en Argentina. Teníamos, ambos, 18 años, y habíamos ido a Buenos Aires, la capital, a estudiar en prestigiosos colegios ("internados") durante nuestra adolescencia, en los cinco años previos al regreso que aquí relato. Durante ese lapso habíamos estado separados, pero no podíamos olvidarnos de la intensa relación, propias de un vínculo de hermanos nacidos el mismo día, que habíamos tenido durante nuestra niñez, y probablemente tampoco podríamos olvidar el hecho de que, en esos primeros años mozos, habíamos hecho juntos nuestros primeros descubrimientos sexuales. Nuestros padres eran jóvenes (nos habían traído al mundo, por accidente, apenas si superada su adolescencia, sin haber cumplido aún los veinte años), y ambos se mantenían en excelente estado. Pertenecíamos a una clase social elevada (tanto cultural como económicamente), y habíamos sido, desde infantes, educados en el marco de una libertad sexual más que significativa.
    
    Nuestra "vuelta a casa" fue muy festejada, y durante todo el día estuvimos intercambiándonos "mimos" y caricias, con mis padres y entre nosotros. Esa noche Marisa y yo fuimos a dormir a nuestra habitación (la compartíamos, desde niños, y no existía razón para no seguir haciéndolo), y estuvimos conversando de todo lo que habíamos hecho durante los últimos cinco años, hasta pasadas las cuatro de la madrugada. Allí descubrí que mi hermana, sobre todo en ...