1. Djamel, de humilde lacayo a calenturiento amante


    Fecha: 28/04/2021, Categorías: Infidelidad Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... la descabelló, la besó y se la metió en la boca. Se puso a jugar con mi polla para levantarla, sin metérsela al interior, pero me hacía gozar con el toque de su lengua en el capullo, pasando por el frenillo. Tanto estaba yo gozando ya que tuve que actuar con mis manos y se las puse en la cabeza para meterle la polla en lo más profundo de su boca, la soportó un momento, hizo una arcada y la sacó, volvió a metérsela en la boca y me miró suplicando que le follara la boca, volví a poner las manos en su cogote y la metía y la sacaba. Eso le sentaba mejor y a mí me resultaba más placentero.
    
    — Djamel, me voy, me corro, me corro…
    
    — Espera, métemela en el culo.
    
    Se me puso en 4 y no tuve otra —y con mucho gusto—, que meter la polla en la boca de su hoyuelo, retrocedió con fuerza y toda mi polla se metió en su interior. Me quedé quieto para no hacerle daño y escuché:
    
    — Mierda, cabrón, muévete, joder.
    
    — Eres un maricón muy deslenguado, —le dije mientras comenzaba a meter y sacar, pero en el fondo me gustó su desparpajo.
    
    No tardé mucho ya en eyacular y me corrí dentro del recto de Djamel. Parecía estar hambriento, porque no quería que me saliera y me agarraba con sus manos de mis nalgas para sujetarme dentro de él. Pero todo llega y yo estaba fatigado.
    
    — Djamel, por fa, vámonos a la ducha y nos despejamos un poco para seguir luego en la cama.
    
    Se puso la mano en el culo para que no se le escapara nada y se metió en la ducha. Luego entré yo. Mientras yo le daba al ...
    ... agua él se metió un dedo en el culo para hacer salir todo lo que tenía dentro. Entonces, bromeando, le recriminé:
    
    — ¿Así maltratas mi leche?
    
    — No me gusta la leche condensada, la prefiero fresca, recién fabricada, la que me darás después, ¿sabes que eres un cabronazo?
    
    Me reí y dejé que me lavara. No necesitaba ese servicio, le dejé hacer porque le divertía y me producía placer el toque sensual de sus manos. Mi sonrisa le gustó y la tomó como aprobación de su lenguaje:
    
    — Ya sabía yo que a ti te gusta que te hablen duro…
    
    — Me gusta el sexo placentero, sin hacer daño mas que el indispensable y si para desahogarse hace falta soltar las prendas, bien venido sea el lenguaje burdo y soez, pero en la vida cotidiana me gusta la educación en todo.
    
    — Eres fino, ¿sabes que cada minuto que pasa me gustas más?
    
    — Y cada segundo que pasa me encantas más.
    
    Acabamos la ducha, nos ayudamos a secarnos, nos metimos en la cama desnudos para sentir nuestros cuerpos mutuamente. No fue premeditado sino dado por supuesto. Estábamos en la cama para follar, no solo para dormir e íbamos a hacer las dos cosas, una tras otra. Nos colocamos de cara uno al otro, mirándonos un rato largo con la luz encendida.
    
    — ¿Apagamos la luz?
    
    — Quiero contemplarte, verte y gozar contigo, —le dije sin dejar de mirarle a sus ojos.
    
    — ¿Te gusto?, —preguntó.
    
    — Mucho, me gustas mucho, me enamoras, esos ojos verdes me hechizan, tu color me atrae…
    
    — Tú también tienes buen color.
    
    — El mío es ...
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