1. La iniciación de mi sobrino


    Fecha: 31/12/2020, Categorías: Hetero Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    ... encargué de moverle el culo lo más eróticamente que pude. Me había puesto una tanguita diminuta que se traslucía apenas pero que servía para levantármelo bien. Con la capoeira debería cansarse de ver culos rígidos y parados. Cuando llegué al primer piso me agaché para atarme las zapatillas con la intención de que tuviera una vista panorámica de mi culo a ver si lo tentaba.
    
    Me preguntó donde estaba el baño le indiqué y me detuve mirando su cuerpo, tenía las venas marcadas en los brazos y en el cuello y unas manos grandes que me las imaginé agarradas de mis nalgas o sobando mis tetas. Me inquieté porque estaba tardando pero me senté en el escritorio para prender la compu y empezar a armarle un currículum.
    
    A los pocos minutos volvió con mi Tablet en la mano e instintivamente me puse roja de vergüenza. Deseaba que no hubiera visto nada pero algo había visto porque por primera vez pude notar como su pene se había puesto duro y sobresalía por las bermudas. Se me empapó la bombacha y me olvidé del pudor. “Estaba en el videt tía, te la traje para que no se mojara”, y me estiró la mano con la tablet abierta donde la había dejado. Me puse colorada, pero pensaba que por algo la había traído.
    
    Mientras armábamos el currículum sentía que me miraba las tetas, a propósito, me inclinaba hacia la pantalla para que se escaparan por el escote y los costados. Tenía los pechos brillantes porque me había puesto cremas. Sentía su mirada clavada en las tetas y me volvía loca. Tenía un ...
    ... charco en la vagina. Quería una pija grande para calmarla.
    
    —¿Vos creés que yo le puedo interesar a las mujeres? —me preguntó con ternura.
    
    —Por supuesto. Si sos un chico lindo, tenés buen físico y apenas 18 años. Ya debés haber hecho suspirar a muchas picarón. —le dije mientras la mirada se me desviaba hacia su miembro y sus pantorrillas.
    
    —No te creas tía, soy virgen. No tuve mucha suerte. —me confesó.
    
    En ese momento mi vagina era un río caliente que latía pidiendo pija. La sola idea de que iba a ser la responsable de desvirgarlo me puso a mil. Le acaricié las mejillas y con ambas manos bajé lentamente por su cuerpo hasta llegar a la cintura. Si miembro parecía más erecto. Se le había acomodado hacia el costado izquierdo y tenía un tamaño apetecible.
    
    —Yo te voy a enseñar cómo se trata una mujer y vas a tener el éxito asegurado —le dije y con mucha suavidad empecé a desabrocharle la bermuda. El empezó a ponerse un poco nervioso y dubitativo. Pero a esa altura yo ya había liberado su pene del calzoncillo y había rebotado hacia adelante como impulsado por un resorte. Era circuncidado y su cabeza quedo a escasos metros de mis labios. El seguía inquieto pero estaba mucho más excitado.
    
    —Hagamos un trato: yo te enseño todo lo que sé y vos me metés toda esta pija hermosa. A los dos nos conviene. —Y me acerqué el índice hacia sus labios en señal de silencio.
    
    Abrí la boca y traté de metérmela todo lo que pudiera. Apenas llegaba a la mitad de lo grande y gruesa que era. ...
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