1. Ya soy el puto del equipo (XVI)


    Fecha: 26/12/2020, Categorías: Masturbación Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... detrás de Leoncio. Nos dimos gusto Leoncio y yo, porque los chicos lo tomaron con mucha calma y nosotros ya hicimos virguerías con nuestra boca. Leoncio casi no tocó mi polla para nada, estuvo todo el rato con mi escroto, engullendo dentro de su boca un testículo, el otro, haciendo muestras de morderlos y hacerlo suavemente, me los movió mucho y se sentía suave, muy suave y muy rico. Yo me entretuve en su frenillo, donde creo que soy maestro, dar gusto por momentos poniendo alternativamente la punta de la lengua y el diente en el frenillo y excitarlo. Enseguida Leoncio movía sus caderas de la impresión. Con mis manos pretendía apretar el culo de Canales para acercarlo más a mi interior y que se corriera ya de una puta vez, pero el muy cabrón se relajaba con pasadas de torero fino. En vistas de que no pude, me puse a acariciar los costados de Leoncio que respondía como una bombilla al conectarla.
    
    Todo lo que comienza, acaba y acabó. Leoncio se vino antes tras unos movimientos circulares de mi pubis y se cayó en mi espalda, no tardó nada, segundos para llegar al orgasmo Santi y se cayó sobre Canales. Desde fuera aquello parecería una carnicería poniendo unos cerdos sobre otros. Solo faltaba que Mauricio y Abelardo se nos echaran encima. Pensado y hecho. Acusé el golpe pero fue leve y todos sintieron a continuación los espasmos simultáneos que tuvimos Leoncio y yo. Pero volvimos a eyacular, no sé cuánto, pero parecíamos la lechería del tío Manuel.
    
    Se fueron levantando ...
    ... uno tras otro y se notaba el alivio del peso. Leoncio es fuerte pero estaba que no podía respirar y le di un beso con la excusa de pasarle aire.
    
    Me dio la sensación de que no estábamos jugando, porque eso no era un juego. La verdad es que nos estábamos amando, porque eso era amor que nos teníamos unos amigos, que nos habíamos juntado muchas veces para jugar al fútbol y luego «cada oveja con su pareja», pero en lugar de ovejas huían como cornejas y me acordé de aquello del Cantar del mío Cid:
    
    Ya cabalgan aprisa, ya aflojan las riendas.
    
    Al salir de Vivar, tuvieron la corneja diestra,
    
    y entrando en Burgos, tuviéronla siniestra.
    
    El Cid se encogió de hombros y meneó la cabeza:
    
    «¡Albricias, Álvar Fáñez, que si ahora nos destierran
    
    con muy gran honra tornaremos a Castiella!»
    
    Yo podía jugar con Abelardo muchas veces, al final, cuando acababan las bromas y juegos, diversiones y pasatiempos con los amigos, él y yo estábamos en la cama. Sabiendo que no soy de un solo hombre, Abelardo entendía que enamorarme, enamorarme de otros no lo iba a hacer, porque a los demás los quería mucho, pero a Abelardo lo amaba más. Él era el mío, por quien daría la vida. Sé que él también la daría por mí. Podíamos burlarnos uno del otro, insultarnos durante los juegos, hacer como que nos enfadábamos, pero acabado todo, Abelardo es mío y yo de Abelardo. Luego nos reíamos entre los dos de las burradas que nos hacíamos y decíamos y me dice muchas veces:
    
    — Es que soy un afortunado, ...