1. La apuesta.


    Fecha: 27/10/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... deambular un rato me duché y bajé con Antonia. Me senté en una tumbona a su lado y me dispuse a seguir dormitando. El jardín estaba separado por una valla del que debía ser el jardín privado de la dueña de la casa.
    
    - Hola Antonia, buenos días –saludó la que debía ser nuestra casera-.
    
    Antonia se incorporó y fue a saludarla. Yo me incorporé también y me acerqué a la valla de la que sólo sobresalía la cabeza de Rosa.
    
    - Buenos días Rosa, mira te presento a Carlos, mi pareja.
    
    Cuando me puse las gafas pude ver a Rosa. Era una mujer bellísima. Rubia, con una cara preciosa muy blanca, labios carnosos y sobre todo unos ojos entre verdes y azules de un color clarísimo. Para nada parecía tener los años que me había dicho Antonia, más bien aparentaba unos treinta y muchos que unos cuarenta y muchos. Nos besamos en las mejillas, mientras que yo estaba realmente embobado mirando semejante bellezón.
    
    - ¿Vas a salir a la piscina? –Le preguntó Antonia-.
    
    - Ya me gustaría porque la mañana está fantástica, pero primero voy a misa y después he quedado a comer con la familia. Me voy que llego tarde, ya nos veremos otro día.
    
    Diciendo esto desapareció de la valla y nosotros volvimos a las tumbonas.
    
    - Antonia no me habías dicho que fuera una mujer tan guapa, ¡joder con la casera!
    
    - Sí que es muy guapa, pero por lo que me contó la pobre tuvo mala suerte con su matrimonio. Ambos eran funcionarios del Ayuntamiento y tras diez años casados él se lió con una chica más joven que ...
    ... ella. Después de un doloroso divorcio ella se quedó con la casa del pueblo y él con una que tenían en la playa. Como no quería seguir viendo al ex todos los días, dejó el Ayuntamiento y montó una boutique de ropa interior y de baño femenina y dividió la casa para sacarse un dinerito complementario que le permitiera vivir.
    
    - El ex debe ser tonto o ciego, porque no se puede ser más guapa.
    
    - Qué se le va a hacer. Así son los hombres.
    
    - No todos, Antonia, no todos –le dije dándole un piquito-.
    
    - Alguna excepción habrá, no te digo que no.
    
    Pasamos el resto de la mañana tomando el sol y bañándonos. Después salimos a comer fuera, ya que hasta el día siguiente no podríamos hacer la compra para poder comer en casa.
    
    Al volver me puse meloso con Antonia, pero ella no estaba por la labor y prefirió seguir viendo a Rafa Nadal en la tele.
    
    La semana siguiente pasó rápido. Yo salía a trabajar a las ocho de la mañana y no volvía hasta las nueve de la noche como pronto, más muerto que vivo y así de lunes a viernes.
    
    El sábado por fin pude levantarme más tarde. Antonia no estaba. Miré por la terraza y estaba en el jardín tomando el sol. Desayuné, me arreglé y bajé a acompañarla. Como a la media hora apareció Rosa, a la que no había visto desde el domingo anterior.
    
    - Buenos días, hoy si que voy a poder tomar el sol con vosotros –dijo al aparecer-.
    
    - Buenos días Rosa –le contestamos los dos a la vez-.
    
    Traía un albornoz hasta la rodilla que se quitó antes de sentarse ...
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