1. La apuesta.


    Fecha: 27/10/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Esta historia nos ocurrió a Antonia y a mí, Carlos, hace ya unos años, al poco de estar juntos. Antonia tenía entonces 28 años y yo 35. Antonia es una morena guapa, ojos marrones, pelo castaño muy abundante y una nariz igualita que la de Julia Roberts. Metro setenta de altura, pecho abundante, pero no excesivo, bonitas piernas y bonito culo. Yo soy de lo más normal del mundo, moreno, un poco más alto que Antonia y delgado, vamos del bulto.
    
    Entonces, igual que ahora, enamorado de Antonia y creo que ella de mí, aun cuando me lo diga poco para las veces que me gustaría escucharlo. Pero bueno, voy con la historia.
    
    Por motivos de trabajo tenía que pasarme varios meses fuera de casa, no muy lejos pero lo suficiente para no poder ir y venir a diario. Decidimos mudarnos temporalmente más cerca del sitio de trabajo, ya que Antonia trabajaba en casa y le daba igual un sitio que otro.
    
    Decidimos que Antonia buscaría algún apartamento de alquiler en el entorno del sitio de trabajo. Después de varios días de búsqueda volvió Antonia habiendo encontrado el lugar adecuado.
    
    - Hemos tenido suerte. He encontrado un apartamento nuevo muy bonito y con jardín y piscina compartidos sólo con otro apartamento. –Me dijo al volver y continuó.- La dueña vive en la planta baja y alquila la planta alta para sacarse una ayuda. Tiene un jardín y una piscina pequeñitos, pero muy soleados y sólo los usaremos ella y nosotros. Ella es divorciada, como de cuarenta y muchos años y sin hijos. Ya verás ...
    ... como estaremos muy bien.
    
    Me pareció estupendo que le gustase a Antonia, ya que era ella quien iba a estar más tiempo en el apartamento, yo sólo podría estar por las noches y los fines de semana.
    
    - Ya he pagado el primer mes y la fianza, así que nos podemos ir cuando quieras. No tenemos que llevarnos más que nuestra ropa y los ordenadores, lo demás ya lo tiene el apartamento.
    
    El fin de semana siguiente empaquetamos la ropa, los ordenadores y algunos libros y el sábado por la noche estábamos entrando en nuestra nueva casa temporal.
    
    Como Antonia ya tenía las llaves, fuimos directamente al apartamento, al que se accedía por una escalera que partía de una entrada a la que daban las puertas de los apartamentos y la salida al jardín. Estaba muy bien, un salón amplio con la cocina integrada dando a la calle y el dormitorio y el cuarto de baño, ambos bastante amplios, dando a una terraza abierta sobre el jardín y la piscina. Antonia había acertado de pleno.
    
    Guardamos las cosas y salimos a tomar algo. Al salir Antonia propuso que saludáramos a Rosa, la casera, llamamos a su puerta, pero debía haber salido, ya que no nos contestó. Volvimos tarde y nos fuimos a la cama muertos de cansancio.
    
    Me desperté tarde, pasadas las once. Antonia ya se había levantado y estaba tomando un té en el salón.
    
    - Buenos días dormilón. En cuanto terminé el té me bajo a tomar el sol y a disfrutar de la piscina. Bájate luego cuando termines de despertarte.
    
    Me hice un café y después de ...
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