1. La putísima madre (Capítulo 2)


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... osadía. Ella me dijo que hacía tiempo que quería probar con un bikini atrevido, pero que también había comprado la malla entera por si no se animaba a usarlo. Yo le dije que no tenía porqué sentir vergüenza de usar el bikini pues tenía un cuerpo increíble que merecía ser exhibido en su plenitud. Ella me agradeció con una caricia.
    
    —¡Qué dulce! ¿En serio pensás eso? ¿Tan buen cuerpo creés que tengo?
    
    —Sí mamá, cualquier pendeja de dieciocho te lo envidiaría, estás divina —le dije mientras pensaba “como te garcho toda, yegua”.
    
    —¡Gracias mi amor! —me dijo con cierta dosis de ternura —en realidad la malla azul la compré para tu padre, la otra es para vos —me dijo con mucha dosis de puta.
    
    Entonces me miró a los ojos e inmediatamente supe que el momento tan ansiado por fin había llegado. Allí mismo, nuestros cuerpos se atrajeron como magnetizados. Nuestras bocas se buscaron, se encontraron, y nuestras lenguas se enredaron en la lujuriosa danza de un beso interminable. Después de casi arrancarnos nuestra ropa con agitada premura, arrojé a mi vieja boca arriba sobre la cama y por primera vez pude verle la concha en todo su esplendor. Ésta era hermosa, de labios gruesos, rosados, perfectos. Estaba completamente depilada. Los dos quedamos de boca abierta: yo admirándole esa tremenda concha que tenía y ella con sus ojos clavados en mi verga enorme y dura como hierro, con semanas de calentura acumulada. Ella se acarició suavemente la vulva y me dijo:
    
    —¿Te gusta bebé? Por ...
    ... acá saliste ¿Querés volver a entrar?
    
    Y volví. Me tiré de cabeza y me zambullí entre sus piernas para darle una chupada de concha digna del trabajo de un maestro de pala. Sus labios vaginales, hinchados y jugosos por la excitación del momento, estaban realmente exquisitos. También volví a mamar de sus ubres como lo había hecho casi veinte años atrás. ¡Qué deleite!
    
    Luego ella me devolvió la gentileza. Mientras me miraba con esos ojitos de puta reventada que tanto me excitaban, procedió a comerme la pija con ardiente desesperación. Su lengua alternaba entre recorrer la considerable longitud de mi excitadísimo miembro y devorar su gorda cabeza, saboreándola con la cadencia y la precisión propia de una experta. Luego se lo engulló entero hasta lo más profundo de su garganta. ¡Cómo me devoró la verga la putita! Yo le agarraba fuerte la cabeza con mis manos y se la empalaba en mi pijota una y otra vez. ¡Qué chupada de pija, por Dios!
    
    Después la penetré salvajemente. En ese choque frontal, ella mantenía sus piernas bien abiertas y levantadas, apuntando hacia arriba y un poco hacía atrás; y yo sobre ella, propinándole una ráfaga de embestidas salvajes que eran como puñaladas de carne furiosa. El mete y saca fue bestial. Ambos aullamos de placer. Recuerdo que le acabé un caudaloso chorro de leche en las tetas justo cuando escuchamos llegar el auto de mi viejo, que retornaba de su desafío tenístico semanal.
    
    Es cierto que el tipo era un boludo, pero seguro que no al extremo de ...
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