1. La putísima madre (Capítulo 2)


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    La señora Hyde
    
    El comienzo de la nueva semana encontró a mi madre con su habitual vestimenta: sobria, holgada, decente, aburrida. Calculé que había sido por mi culpa, quizá se me había ido un poco la mano (literalmente) y la había asustado. Por impetuoso me había quedado sin mi mayor estímulo visual, justo cuando había terminado las clases e iba a pasar más tiempo en casa. Para colmo, mi padre decidió tomarse un par días de licencia, así que estaría presente todo el día. Digamos que la situación no conjugaba para nada con el estado de obsesión que se había instalado en mi cabeza el fin de semana.
    
    En fin… de a poco me fui acostumbrando a la nada. Al hastío. A perder a la hembra con ostentoso cuerpo, dueña absoluta de todas mis fantasías, para recuperar a mi madre. Pero eso fue hasta el miércoles. Ese día me levanté temprano y fui a la cocina a desayunar como de costumbre. Mi padre ya estaba ahí, terminando su desayuno y aprontándose para volver al trabajo. Mi madre estaba de espaldas contra la mesada preparándole la lonchera con el almuerzo. Al verla me vino a la cabeza aquella imagen que había encendido mi lujuria, la cual busqué nuevamente, pero sólo encontré la de su amplio pantalón deportivo, en el que se marcaba levemente el elástico de una bombacha enorme. Los saludé a ambos y, al mismo tiempo que mi padre se marchaba a su trabajo, decidí postergar mi desayuno y volví resignado a mi cuarto para dormir un rato más.
    
    Me despertó a media mañana el sonido de la ...
    ... aspiradora. Me levanté, me dirigí hacia la sala principal siguiendo el ruido y ahí encontré a mi madre… ¡Qué hija de puta! Estaba subida en una silla, aspirando los estantes superiores de un mueble; y ya no tenía puesto el jogging holgado, ni el calzón inocuo, sino una calza blanca apretada a punto de reventar y una diminuta tanga negra que se transparentaba con forma de minúsculo triangulito bien enterrado en el orto. Completaba su indecente vestimenta de estreno una remera top ajustada de color fucsia. Me quedé como pasmado mirándole el culo mientras intentaba encontrar una explicación para el imprevisto cambio de vestuario. Hasta que al fin me cayó la ficha: el motivo por el cual antes había vuelto a vestirse de manera decente no había sido mi castigo, sino la presencia de mi viejo en la casa. Apenas éste se marchó se me vistió de nuevo como puta.
    
    Todo cerraba: cuando la vi por primera vez mi viejo ya se había marchado a su trabajo, la siguiente vez estaba jugando al tenis y la última se había dormido frente al televisor, hecho que seguramente ella había advertido antes de ayudarme a recoger el pasto vestida para el infarto. Cada vez me convencía más de que lo hacía sólo para calentarme, y vaya si lo lograba.
    
    Cuando advirtió mi presencia me encontró en dicha reflexión, y totalmente hipnotizado mirándole el ojete. Tras un pequeño sobresalto, me dijo sonriente:
    
    —¿Qué hacés ahí parado? me asustaste, parecés un zombi.
    
    Pero ella sabía perfectamente que lo que yo hacía ...
«1234...8»