1. La putísima madre (Capítulo 2)


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... ahí parado era mirarle el culo, y lejos de cubrírselo, lo que hizo fue empinarlo aún más, con la excusa de limpiar el fondo de los estantes medios, para darme un primer plano de ensueño. El resto del día no hizo más que ingeniárselas para que mis ojos no pudieran, ni quisieran, ver otra cosa más que ese marcado y redondo contraste entre el blanco y el negro. Como si me faltara algo para confirmar mi teoría, en la tarde se aseguró de ponerse una blusa larga, que le tapaba la exuberante cola y su provocativa tanguita, justo antes de que volviera mi viejo.
    
    A partir de ese momento su vestuario se volvió obscenamente predecible. Si estaba mi viejo en casa, jogging y calzón grande; si no estaba, calza ajustada y tirita metida en el ojete. Si estaba mi viejo, jean holgado; si no estaba, shortcito mínimo con medio culo al aire. Si estaba mi viejo, vestido suelto y largo; si no estaba, minifalda cortita de colegiala. Yo me divertía imaginando a un ama de casa recatada girando como la Mujer Maravilla para quedar casi en bolas apenas su marido salía por la puerta. Esa dualidad –que parecía salida de la mismísima pluma de Stevenson– me abrumaba por completo. Aquella mujer que, cuando estaba mi viejo, andaba toda tapada, caminaba derecho y me miraba con ternura maternal, en nada se parecía a la que luego andaba mostrando la carne, meneando el orto y mirándome con una carita de puta viciosa que no daba más. Ya no me quedaba ninguna duda de que me estaba pidiendo pija la muy perra.
    
    Y ...
    ... así siguió el resto de la semana. El jueves de mañana yo estudiaba en la sala principal. Ella vestía unos jeans bastante holgados. Luego de despedir a mi padre subió a su habitación y al rato se me apareció con un indecente shortcito de mezclilla que le quedaba reventando y le dejaba la mitad de sus redondos cachetes afuera. Sus piernas se veían torneadas y su abdomen plano, bajo una sexy remera top blanca escotada al punto de casi hacer saltar sus tremendas tetas. Yo no pude despegar mi vista de su cuerpo. Ella parecía disfrutar de mi delicioso sufrimiento.
    
    —Se te van a salir los ojos –me dijo la muy desvergonzada con una sonrisa pícara.
    
    El viernes le tocó el turno a una calcita gris muy corta, tipo cachetero, que hacía ver sus nalgas como dos pelotas infladas al máximo y dejaba sus hermosas piernas totalmente expuestas a mi lujuriosa vista. Eso fue hasta que volvió mi viejo y la encontró de jogging.
    
    Las excusas disfrazadas de comentarios casuales que ponía mi vieja para justificar sus cambios de ropa eran irrisorias: “uff, qué calor que está haciendo”, “uff, qué incomodidad”, “me voy a poner algo más cómodo porque esto me está agobiando”…
    
    Yo no veía la hora de que mi viejo se fuera. Apenas éste cruzaba la puerta se me paraba la pija augurando la inminente transformación de mi vieja. Pero más allá de las soberanas pajas que me metía, no había podido avanzar hasta el punto que yo quería. Yo quería hacerla mi mujer.
    
    El sábado mi padre no trabajaba, pero de todas ...
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