1. Lo raro de este mundo (capítulo dos): Luis


    Fecha: 22/04/2024, Categorías: Gays Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos

    A Luis lo conocí cuando ya había pasado unos meses y yo había comenzado a trabajar en una fábrica de tabaco en mi pueblo, no había muchas opciones de trabajo y mucho menos siendo un conocido maricón porque entre William, la historia con Raúl y de nuevo en manos de William, la gente ya lo sabía todo, eso sí, me habían dejado ya bastante tranquilo, había pasado formar parte del paisaje exótico del lugar. Luis vivía en La Lisa, regresaba yo de una de esas andanzas por la capital cuando en la parada pasó él con su perrita. Nos miramos, me llamó la atención aquel bigote gris muy a pesar de su panza. Cuando vino mi guagua la dejé ir, cosa que él aprobó sonriendo y se me acercó.
    
    —¡Vaya chico, se te fue la última guagua!
    
    —¡Sí, ahora pues ni sé qué hacer!
    
    Me invitó a su casa, vivía bajando hacia el río en los altos de una casa de dos pisos. Me mostró la casa, muy chula, muy ordenada y limpia. En un momento me abrazo y me besó, besaba muy rico y sabía muy bien lo que hacía. Caímos en la cama enlazados, besándonos mutuamente. Yo sentía su paquete abultado sobre el mío. Separándose y mirándome a los ojos me dijo.
    
    —¡Solo hay dos cosas que hay que tener claro, una que soy activo y otra que tengo una pinga muy gorda!
    
    Le respondí que no había problemas, que las dos cosas me iban bien. Le agradó aquella respuesta y a mí aquella franqueza ante todo. Después nos dedicamos a satisfacer nuestra sed mutua, era cierto había dicho de su pinga, gruesa, no larga pero muy gruesa. ...
    ... Costaba incluso trabajo tratar de tragarla, por lo que opté por lamerla como si fuera un helado, terminé humedeciendo todo para poder sentarme sobre ella. Traté, pero me era imposible, aquel trozo no entraba. Luis sacó de la mesita de noche un tubo de crema y la unté bien, después de dos intentos me senté hasta atrás sobre él que cerraba los ojos de placer.
    
    —¡Cojones qué culito, me vas a sacar la leche así!
    
    Esa exclamación de Luis me hizo recordar aquella frase que William me repetía "ese culo es para dar placer a los machos y sacar leche". Me sentí bien, sabía que singaríamos bien y así fue, Luis resultó una máquina singando. Era un remolino porque cambiaba de posición muchas veces, saltábamos de la cama al suelo o en el borde de la cama con mis piernas en alto, en la sala sobre el sofá, en la cocina. Me hacía caminar de un lado a otro sin salirse de mí, tenía maestría para ello. Al principio me resultaba torpe el erguirme y caminar clavado, pero me guio bien, como digo ahora él fue quien me enseñó ese juego que muchas veces después dejé sorprendidos a muchos de mis amantes. Me hizo que me viniera primero, me arrastró al baño para que la leche cayera al suelo, después regresamos al cuarto y me tiro sobre la cama.
    
    —¡Ahora aguanta que quiero darte mi leche!
    
    De verdad que tuve que aguantar un poco, porque me singó a lo bestia. Se vino y cayó desplomado sobre mí, besándome la nuca. Aquella si había sido una buena singada, yo me sentía bien y él mucho mejor, antes de dormir ...
«1234...8»