1. Dejar embarazada a mamá


    Fecha: 15/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Somos tres en casa, mi madre, mi hermana y yo. Sucedió no hace mucho que, debido a la escasez de terreno edificable, hubo una normativa por la que cada vivienda de la superficie de la nuestra debía ser ocupada al menos por cuatro personas a fin de repartir más equitativamente la cantidad disponible en nuestro país. Se daba un plazo de un año para cumplir esta norma; y si no se cumplía había que abandonar la vivienda para ocupar otra asignada de menor tamaño. Naturalmente esta situación nos produjo una gran preocupación puesto que estábamos acostumbrados a nuestra casa, al barrio, a los vecinos; en definitiva, era nuestro hogar de toda la vida. Estuvimos dando vueltas a innumerables posibles soluciones, pero no había manera de encontrar ninguna mínimamente posible.
    
    Cierto día mi madre, María, y yo comentábamos sobre la relación de mi hermana Cristina con su novio. Nos preocupaba que por su juventud, 17 años, no tuviera la sensatez de tomar las precauciones necesarias a la hora de hacer el amor, ya que aparentemente no teníamos dudas de que lo practicaba. Charlábamos sobre las consecuencias que podría traer un accidente en ese aspecto, e imaginábamos los problemas que acarrea un bebé con una madre tan joven. De pronto, un sobresalto nos invadió, a los dos a la vez por los ojos que puso mi madre; no comentábamos nuestra idea pero estaba clara: un bebé sería el cuarto miembro de nuestra familia. Nuestro mayor problema solucionado. "Al final lo querríamos, ¿verdad?", ...
    ... comenté imaginando un angelito celestial solucionando nuestra vida. "Y seríamos felices aquí", sentenció mi madre corroborándome que había tenido la misma idea que yo.
    
    En los siguientes días medité mucho el asunto. Ella también parecía ensimismada con el tema. Hasta que pensé que había que conversar sobre ello y le comuniqué cual había sido mi idea. Por supuesto, mamá había pensado lo mismo y así me lo dijo. Estábamos aliviados porque a ambos nos daba reparo el sacarlo de nuestra cabeza, pero en lo sucesivo lo hablamos continuamente. Calculábamos los pros y los contras, en qué situaciones nos encontraríamos, cual sería el futuro de Cristina. Al final estábamos decepcionados pues llegamos a la conclusión que arruinaríamos el porvenir de mi hermana para salvarnos nosotros dos. Seguimos sopesando más soluciones diferentes, mas no había ninguna comparable a la de un bebé, que era con creces la mejor y más realizable. Al final, llegamos a la conclusión que mi mamá sería la más idónea aunque el riesgo en el embarazo fuera mayor, puesto que ella ya no debía pensar en formar una futura familia. A partir de ahora venía el problema de decidir quién habría de ser el hombre que la embarazara. Si el desconcierto de pensar en mi hermana como madre era grande, este otro dilema no le andaba a la zaga. La sola idea de pensar en pedir a un conocido que se prestara como semental de ella la hundía en la vergüenza. Y con un desconocido le resultaba repugnante imaginarlo. Hicimos una gran lista de ...
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