1. Mi residente (3)


    Fecha: 09/07/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... En el carro me quede pensando que por su actitud aún no asimilaba lo que paso, y por otro volví a sentir el aguijón de los celos de verlo con Mariana aunque sin dejar de reconocer que era una linda chica. Sin duda hacían una linda pareja.
    
    A las dos semanas de ese encuentro, recibí una llamada de la cruz roja preguntando si conocía al Gerardo Mendoza, angustiado pregunté que le había pasado, me informaron que había sufrido un accidente que estaba inconciente en la cruz roja, que alguien tenía que responsabilizarse por el pues, aunque su vida no corría peligro, era necesaria una cirugía de cierto riesgo.
    
    Aunque angustiado, me tranquilizó saber que su vida no corría peligro, corrí de inmediato a ver en que podía ayudarlo, me informaron que aún estaba inconciente, según los médicos lo habían atropellado, y lo recogieron como desconocido, que encontraron mi número telefónico en su agenda, y por eso me habían hablado. Les dije que era mi amigo, que un tiempo vivimos juntos, que el chico vivía solo en la ciudad, que sus padres vivían en provincia y que yo me haría responsable de el. Que no era necesario angustiar a su familia que vivía en provincia. Pues de todos modos era difícil que pudieran trasladarse a la ciudad.
    
    Había sufrido fractura de rodillas, por lo que era necesario, operarlo, hice los trámites necesarios para su traslado a una clínica para que le hagan la cirugía y no me despegue de el hasta después de la misma.
    
    Al entrar al verlo después de la cirugía, lo ...
    ... miré con una palidez que acentuaba su apostura varonil, con la barba de tres días que tanto me atrae de el. Traté de darle ánimo.- mira nomás como te dejaron, no puede uno dejarte sólo- me miró y me dijo – gracias por todo lo que haz echo por mí, creo que no lo merezco, después de cómo me porte, contigo- no tienes nada que agradecer- le dije- ya sabes que te quiero mucho y que daría mi vida por ti, lo hago con mucho gusto – dentro de su palidez, se sonrojo,- me tomó de las manos y me dijo gracias – no se que haría sin ti.
    
    Sus manos y las mías estuvieron entrelazadas unos segundos, nos miramos a los ojos, con esa mirada nos dijimos muchas cosas, sus ojos expresaban lo que decía en ese momento, era otro Gerardo, ya no era el que salio de la casa con la frustración de que su mejor amigo le confeso que lo deseaba como hombre, era el mismo chiquillo que se presento en mi oficina, lleno de nervios, con su mirada fresca, el mismo que se presentó como estudiante en su semestre de residencia profesional, el no retiro sus manos, hasta que yo retiré las mías.
    
    Entre broma, le dije –ya estuvo bueno de apapacho, hay que llevarte a la casa – y los dos reímos por lo que dije – porque espero que no te negarás a ir al departamento, necesitas de alguien que te cuide, no se con quien vives ahora, pero en fin tu toma la decisión, que yo la respetaré.
    
    Se quedo un rato pensativo y al fin me dijo – bueno ya que insistes – y de nuevo reímos, hasta que la risa cambió a una mueca de dolor – ...
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