1. El poli


    Fecha: 04/07/2018, Categorías: Gays Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues

    Tengo una profesión bastante particular, soy médico forense, y a pesar que nada me da más placer que recostarme sobre las nalgas tibias y suaves de un dulce putito, todos los días debo revisar pijas dormidas y culos helados. Necrofilia? nooooo!, aunque debo reconocer que algunos de mis clientes tienen pijas que aún dormidas son deseables, y culitos que dan ganas de pasarlos por agua tibia y echarles un buen polvo, pero nunca lo he hecho (o casi nunca, jeje). Aquí en Tribunales creo que todos saben que soy gay, pero nadie dice nada y a mi me interesa bastante poco que digan o no digan, soy muy bueno en mi trabajo, el resto es mi vida y punto. Mi día transcurre entre hombres y mujeres desnudos que me dejan que los toque por todas partes sin protestar, pero demasiado silenciosos para mi gusto. Trabajo aburrido y tedioso, a pesar del morbo que a veces me puede generar una pija muerta en un sentido no precisamente metafórico. Aunque a veces, sólo a veces, pasan cosas. En marzo me encomendaron dictar un curso básico de medicina forense para oficiales de policía recién egresados de la Academia provincial, y así recibí a una docena de jóvenes sementales de entre 22 y 25 años que venían a mamar ciencia directamente de la fuente, aunque yo hubiera preferido que me mamaran otra cosa, una hora por día durante una semana. Las primeras cuatro clases fueron bastante pesadas para todos: anatomía, fisiología, química, cuidado de la escena y esas cosas, pero para el quinto día, les tenía ...
    ... preparado algo especial, a la mañana saqué de la heladera a uno de mis "clientes", mi amigo Joaquín, un chico de 20 que había muerto de sobredosis, con un cuerpo bellísimo, una pija de buen porte y un culito que daba ganas de mordérselo aunque estuviera frío. Llevé a los estudiantes a mi quirófano y naturalmente rodearon la camilla mientras yo comenzaba a explicarles las primeras observaciones visuales que se le hacen a un cliente. Mi bello Joaquín tenía pudorosamente tapadas sus virtudes por una toalla, pero llegado el momento del análisis de la probable actividad sexual del cliente, destapé a mi Joaquincito y quedaron a la vista su pija perfecta, y sus bolas generosas, con total tranquilidad le tomé la verga mientras seguía explicando y miraba la reacción de mis estudiantes. Todos evidenciaban bastante asco. Uno de ellos comentó "ni en pedo le agarro la pija a un muerto". -A un vivo sí?-, pregunté. El comentario provocó una risotada general y el pobre que lo hizo, con cara de "trágame tierra", se puso rojo como un tomate. Pero había un chico que miraba diferente. Matías Sanchez decía su placa identificatoria. Matías miraba la verga del pobre Joaquín de manera diferente, fijamente, con ojos con algo entre curiosidad y deseo, ceño fruncido, boca semi abierta, mirando de reojo a sus compañeros cada tanto para chequear que no se percataran de su curiosidad. Éste es de los míos, me dije. Expliqué cómo se debía pelar el glande y revisar la uretra para buscar restos de semen, de ...
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