1. El amante


    Fecha: 17/05/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en todos estos años? No sabría decirlo. En nuestra cama, en hoteles, como invitados en casa ajena, en su despacho y en el mío, en el coche y hasta una vez en el cine…, y sin embargo, esta vieja casa del pueblo ahora remozada, es sólo de Héctor y mía. ¿Cómo podré venir aquí con mi marido con el recuerdo de esta aventura…?
    
    - ¿Te gusta así?- las palabras de Héctor hacen estallar mis pensamientos.
    
    - Si…- no puedo negarlo. Un gemido interrumpe mi frase. Necesito liberarme; pongo la mente en blanco, cierro los ojos y me dedico a sentir. Quiero exprimir cada una de sus acometidas, liberar la energía que provoca su roce en mi cuerpo. Me concentro, le pido más intensidad. Él hace todo lo posible. Al poco alcanzo un nuevo orgasmo. Cierro las piernas, me aprieto contra el suelo. Quiero retener esta sensación en mi memoria.
    
    Si alguna vez le hablo de estos encuentros a alguien, elegiré a mi psicóloga. Quizás ella sepa explicarme porqué me gusta tanto sentirlo a mi espalda. Tal vez sea porque es la postura que me permite disfrutar de su cuerpo sin tener presente su cara, tal vez así el sexo no se confunde con la infidelidad. Sin embargo no necesito verle para saber que aquel que me folla en el suelo como una perra no es mi marido. Él no insiste desde que le dejé claro la virginidad de mi ano, Héctor sí. Cada semana me lo pide por favor, casi rogando. Nunca le he dejado, pero esta tarde… Su polla ha escapado de mi coño tras el orgasmo, y descansa ahora sobre mi piel. Su mano la ...
    ... guía por esa parte baja de mi anatomía. Su roce en mi ano me provoca un escalofrío que escapa por mi boca en forma de risa nerviosa. Repite la operación y yo vuelvo a reír. ¿Y si me gustara…? Mi mano busca a tientas su entrepierna, y acerco su pene a mi ano. Presiono y siento su glande embutido en el preservativo doblándose contra mis esfínteres. No sale de su asombro.
    
    - Con cuidado- le digo concediéndole un permiso tácito. Me arrepiento al instante pero no estoy dispuesta a reconocerlo. Héctor empuja y el dolor se expande a todo mi cuerpo. Moja la zona con saliva, aparta mis nalgas, aprieta los dientes. Grito como si me estuvieran asesinando, y en un momento dado, un rayo de sol en la tormenta. Siento mi ano cerrarse atrapando algo; la cabeza de su polla está dentro de mí. Cuarenta y ocho años he tardado en aprender qué es el sexo anal y he descubierto que no me gusta. Un par de lagrimones caen por mi cara, llevándose consigo los restos de maquillaje. Héctor dice una tontería y me hace reír. Luego mueve su cuerpo y yo vuelvo a llorar. Insiste, yo protesto. Lo intenta de nuevo y la intensidad de mis gritos llega a agudos imposibles. Desiste, de todas formas ya ha conseguida de mí más que nadie. Me mueve. Caigo apoyando toda la espalda en el suelo, y hecho de menos una alfombra. Levanta mi pierna hasta apoyarla en su hombro. Luego se inserta en mí, y esta vez no hay dolor. Mi coño responde humedeciéndose de inmediato. Empieza a moverse. Ya lo conozco. Su cara enrojecida y la ...
«1...3456»