1. El amante


    Fecha: 17/05/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de ida y otros tantos de vuelta en mitad de la noche, no es la ilusión de ver renacer la casa de mis antepasados, sino la de encontrarme con Héctor, reír con él, follar con él.
    
    La cocina, el baño, los azulejos, el color de las paredes… todo no es ya sino una mera excusa. Sigo sin comprender la razón, pero lo hago. Mi cuerpo es capaz de confundir a mi mente, de hacerme dilatar el plazo de las obras, de engañar a mi esposo. Cada paso en la obra ha sido celebrado con Héctor dentro de mí. Ahora, cuando los transportistas de la tienda de muebles han terminado de colocar la última pieza, y se alejan en su camión, quizás ya el fin de esta locura esté próximo. Mientras tanto…
    
    - Ummm, me encantas- dice en mi oído, y yo me olvido una vez más de todo. Cierro los ojos mientras él estruja mis pechos. Lo siento rondar, sus dedos en mi ropa, su sexo en mi trasero. Cuando me penetra abro los ojos y me encuentro con la blancura de una pared. El olor a recién pintado, a cerrado y a madera de roble, me hacen comprobar que estamos en la habitación principal. La cama está a dos pasos, pero él no la quiere: - en la cama, con tu marido- ha dicho. Se agarra a mis caderas, allí donde la falda remangada se llena de pliegues, y empuja. Siento su polla corta y gruesa llenarme, y mi cuerpo da un respingo, como si quisiera escapar de su abrazo. No me deja. Se mueve a un ritmo constante, entra y sale, entra y sale. La práctica le lleva a conocer mis reacciones. Sus dedos trepan por mis muslos, los ...
    ... siento en mis labios, presionan mi vientre. Atrae mi espalda contra su cuerpo. La penetración se hace ágil, rápida, sonora. Siente el chapoteo de su pene en mis flujos, redobla esfuerzos.
    
    - Ah, si, si, si… me corro, no pares, joder, no pares- grito sabedora de que el doble cristal de las ventanas mantendrá en la intimidad mi infidelidad. Él obedece y no para. El orgasmo y sus brazos me hacen levitar. Carga conmigo como si fuera uno de los sacos que se echaba al hombro, me gira, apenas levanto unos centímetros los pies del suelo, pero vuelo. Me hace aterrizar de costado sobre la madera barnizada. Su respiración en mi nuca me hace ver que sigue a mi espalda. Lo toco, giro la cabeza, busco sus labios. Él tira de mi falda. Por un instante la braga se me pega a la piel; luego él la aparta y acerca de nuevo su polla. Sentirla dentro vuelve a anestesiar mi mente, como todas las otras veces. Se acopla a mi espalda, mueve los riñones. El tiempo se detiene, Héctor no.
    
    Poco a poco mi cuerpo adopta una postura más cómoda, boca abajo. Veo con una perspectiva diferente toda la casa. El pasillo, el baño, el salón y más allá la cocina. Cada una de las estancias en las que Héctor me ha hecho suya. Es curioso, pero elijo precisamente ese momento en el que él se encarama encima mío para reflexionar. Me folla sin prisa, con sus caderas oprimiendo mi trasero, y mientras mi mente divaga sobre el hecho de que, en esa casa, mi único hombre es él. ¿Cuántas veces habré hecho el amor con mi marido ...
«1...3456»