1. Purificación. El despecho de una joven adultera


    Fecha: 09/05/2023, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lo ocurrido a Cesar, y afrontar las consecuencias de sus estupideces, pero al verlo recapacitó las cosas, no solo podía echar a la basura su matrimonio, sino también podría perder a su hijo. Era un riesgo que no estaba dispuesta a tomar, por lo cual su última decisión fue guardar el secreto solo para sí misma. En su mente aun creía escuchar los ronquidos del maduro que se la trincó sembrando su vientre de una riada de semen espeso, esos ronquidos que la despertaron y la hicieron regresar a casa a altas horas de la madrugada, afortunadamente ese día Cesar estaba fuera de la ciudad. Lentamente se tranquilizaba, su respiración y su corazón se normalizaron, vio la hora en el reloj junto a su cama, eran las 3:47 am, mañana tenía trabajo, debía hacer lo posible por dormir o a la mañana seguiría reprochándoselo. Cerró sus ojos, cuando sintió algo extraño entre sus piernas descendió su mano y se quedó helada al descubrir que su vagina había segregado mucho flujo… ¡Se había excitado como una perra con la pesadilla…!
    
    La mañana transcurrió relativamente normal en la oficina, con la diferencia que sus compañeros de trabajo (en especial hombres) se habían acercado a ella más de lo normal, argumentando que hacía semanas que no la veían y querían ser atentos. Esta era una vil excusa para estar cerca de su voluptuosa anatomía, cada hombre en esa oficina sentía como la lujuria los invadía al ver a la casada, y no era para menos verla allí sentada detrás de su escritorio con ese diminuto ...
    ... atuendo era de infarto. Ella al ser muy educada y atenta respondía a las atenciones de sus compañeros, además en verdad le gustaba socializar, era una persona muy extrovertida. A parte de eso no tuvo mayores complicaciones hasta que el señor Martínez, su jefe la llamó para que tomara algunos apuntes. La rubia entró en aquella oficina que conocía tan bien, era espaciosa, con una vista espectacular hacia el otro edificio, las estanterías llenas completamente de libros, muy lujosa, en medio se encontraba el escritorio del señor Martínez, todo esto adornado con masetas esparcidas cuidadosamente por la sala.
    
    – Tome asiento señora Pagán…, dijo el señor Martínez quien estaba sentado en la silla detrás de su escritorio.
    
    – Gracias señor…, dijo Purificación, a la vez que tomaba asiento, y cruzaba sus torneadas piernas, con su libreta en mano y lápiz en otro se disponía a anotar lo que su jefe le ordenara.
    
    – Ya le he dicho que usted puede llamarme Enrique…, decía el jefe intentando que la rubia cogiera más confianza.
    
    – Perdóname Enrique…la rubia había olvidado por completo su acuerdo.
    
    Enrique Martínez era un hombre de alrededor de los 45 años, de estatura normal unos 176, no era gordo, pero tampoco era flaco, aparentaba perfectamente su edad con esas canas que a muchas mujeres les parecen interesantes, aunque siendo honestos con el dinero de ese hombre siempre parecería interesante. El prototipo de hombre que hacía unos días se la había ventilado en la habitación de un ...
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