Mi esposa Sofía: Demasiado hermosa para un solo hombre (2) - Relatos Eróticos

Mi esposa Sofía: Demasiado hermosa para un solo hombre (2)

... me apresure a bajar al lobby del hotel para ver si en algún momento ella me sorprendería con su hermosa sonrisa entrando por la puerta, habían pasado varias horas y eran cerca de las 2 de la mañana.

Estando en el lobby mire a mis alrededores y como no había ido al baño desde que estábamos al trabajo me apresure a uno de los sanitarios cercanos. Me metí a uno de ellos e intente cerrar la puerta, pero en ese momento escuche las voces de algunos caballeros que también entraban.

“Te dije que era la mujer de la ciudad”- Escuche decir a uno – “Sí estaba riquísima no lo niego tu si sabes hacer negocios Genarito” – me quede petrificado.

“Viste como me la chupaba esa mujer, oh cielos y ese culote estaba… uff no me quitare su olor de mi mente” – Cálmate Emmanuel no fuiste el único, te juro que esta no será la última vez. – “Claro que no jóvenes, pero soy demasiado viejo como para perder el tiempo con sensateces, así que lo que me queda de vida les prometo que volverá hacer mía”- “lo sé Felipe por eso nuestros negocios irán viento en popa”.

Me quede recargado con la cabeza pegada a la puerta. ¿Acaso eran ellos?, ¿Era de mi Sofía de quién hablaban? Estaba casi seguro… pero mi miedo no me permitió abrir la puerta antes de escucharlos salir del baño. Mi mente estaba al mil, y mi entre pierna muy excitada. Mis pensamientos querían que fuera mi esposa la mujer de la que hablan, mi valor de hombre no.

Pero en ese preciso momento algo me saco de mi transe. Mi teléfono vibro en ...

... mis bolsillos. Lo saque rápidamente y mire la notificación era ella.

“Estoy en la habitación del hotel”.

Salí corriendo del baño y miré para ver si aquellos tres eran nuestros jefes, pero no vi rastros de ellos. Me apresure a tomar el ascensor y llegar al piso donde estaba la habitación que había reservado para nuestra noche especial. Miraba los números del ascensor hasta que por fin vi llegar el nuestro. Salí apresurado y llegué hasta la puerta, corría la tarjeta para abrir el cerrojo y abrí lentamente. La luz estaba apagada y la habitación estaba en completo silencio.

Al entrar mientras mis ojos se acostumbraban al entorno me decidía si encenderla o dejarla apagada. Poco a poco pude ver una silueta de ella sentada en la cama mirando hacia el pequeño balcón con la puerta de cristal corrediza. No había duda era ella. Me acerque despacio y mientras lo hacía veía su hermosa cabellera negra un poco desalineada llegando casi a su cintura, aquella cintura delineada por aquel delicado vestido negro y su mirada perdida hacia el horizonte. Me pose frente a ella.

En ese momento su mirada bajo al piso y le dije – “hola, cariño”.

Ella guardo el silencio y me con una voz tranquila pero algo nerviosa dijo – “Lo siento, tenemos que hablar”.

La mire de arriba abajo, aun sentada su figura era de los más hermosa, sus caderas anchas se marcaban en aquel vestido, vestido que al estar sentada en la orilla de la cama se subía dejando sus ligueros al descubierto tal como había ...