1. Ella: Levante


    Fecha: 02/03/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... toda velocidad. Creía estar en un sueño donde las sensaciones se multiplicaban por mil. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, bebiendo, follando y consumiendo cocaína.
    
    El negro la había llevado a otra habitación y la había penetrado con su tremendo cañón de veintisiete centímetros. Recordaba vagamente haber tratado de abrazar aquel bello cuerpo de ébano. Duro como una estatua tallada en mármol negro al tiempo que sus movimientos estaban haciendo llevar su glande a su cerviz. Su vagina no aguantaría semejante castigo, pensaba esto en el momento en que aquella serpiente morena escupía todo su veneno con un rugido. Lo que irremediablemente la había llevado a una situación de excitación mayúscula hasta provocarle un nuevo orgasmo.
    
    Transcurrieron unos minutos o quizás unas horas o tal vez unos días. En su estado de semi inconsciencia era incapaz de calcular el tiempo que llevaba allí. Era un juguete en manos de un gigante. Pudo notar como los gruesos dedos del ex marine americano hurgaban y untaban algún tipo de gel en su ano. Pero su cuerpo no reaccionaba a su mente. Permanecía inerte en la cama. Tumbada boca abajo. Todo lo que ocurría estaba en una nebulosa muy lejana. La voz del negro sonaba con eco y retumbaba en su cabeza sin sentido. De repente una sensación de frío se apoderó de su ano. Parecía como si le entrase una corriente de aire en lo que antes era hermético. Su cuerpo seguía sin responder a su cerebro. El hombre tomó su cuerpo por las caderas y lo acomodó en ...
    ... las rodillas, luego comenzó a sodomizarla. El dolor que sentía era inmenso. Aquel tío le estaba metiendo su pollón por el culo. Por fin su cuerpo respondió:
    
    -aaayy –gritó ella al tiempo que se incorporaba despertando de su inconsciencia.
    
    Ββ, paró un instante. La mujer seguía resistiéndose pero el hombre la agarró para evitar que se moviese. Con una mano, la sujetó por las muñecas a su espalda, con la otra le dio un tremendo cachetazo que enrojeció de inmediato uno de su glúteos antes de agarrarla por su cadera. Ella se tranquilizó y por fin pudo decirle:
    
    -despacio, ββ que me abres.
    
    Notaba como su agujero se había dilatado para abarcar el inmenso trozo de carne. El gel frío había hecho su efecto. El hombre se dispuso a comenzar un lento bombeo contra el inexperto ano de la periodista:
    
    -aaahhh, cabrón –su hilo de voz era casi inaudible.
    
    Trinchó los dientes y hundió su cara en la almohada tratando de soportar el dolor. El jefe de seguridad le soltó por fin las manos y se agarró fuerte a las sabanas para soportar otro tremendo castigo. Su dilatado ano engullía como podía aquella barra de acero que taladró sin compasión durante unos eternos minutos sus pliegues intestinales antes de verter en ellos sus últimas reservas de semen.
    
    Tras esto cayó rendida boca abajo y se durmió.
    
    No fue un sueño
    
    Cuando nacho la despertó de manera brusca apenas llevaba durmiendo un par de horas. Sobre las ocho de la mañana después de que los efectos de las sustancias fueran ...
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