1. Sati


    Fecha: 29/01/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... los gemidos le resbalan entre los labios, a él los músculos se le marcan en tensión. Goza ella, goza él. Repite el negro palabras en ese idioma suyo que a Salila le parece poesía.
    
    La viuda no puede detenerse. Su mano es un frenesí entre sus piernas. Gime, suspira, vuelve a gemir y se tapa la boca para que el negro, que se masturba con los ojos cerrados, no la escuche.
    
    Salila no puede comprender cómo nadie nunca le había enseñado algo tan fácil y placentero como eso. Es tan fácil. Es tan bueno. Es tan... Sus dedos no la dejan pejnsar más.
    
    Gime Salila, gruñe y rebufa el negro. Ella conoce por primera vez lo que es un orgasmo, dedicándoselo al africano. Él vomita borbotones de semen de su colosal miembro, ensuciando tierra, miembro, pierna y mano.
    
    Salila cae de rodillas. Aún le tiemblan las piernas y aún sigue el negro sin verla, con los ojos cerrados. Él se gira para lavarse de nuevo en el río, y entonces la ve. Se queda paralizado. No sabe lo que Salila ha podido o no ha podido ver.
    
    Pero a Salila no le importa. Ella está a cuatro patas sobre la tierra, agotada. La cabeza mirando a la tierra que la sostiene: Su ropa, húmeda a la altura de su pubis... La sonrisa satisfecha remachada en sus labios indios.
    
    El negro se oculta con la mano su media-erección. No sabe qué más hacer. Su ropa está unos metros más arriba, el río aguarda a su izquierda, per él sólo hace que mirar a esa belleza india que, a cuatro patas, parece prometerle sumisión. Esa sumisión de la que ...
    ... él tanto sabe.
    
    Al final, antes de que la viuda alce la cabeza, el negro se mete en el río, a ocultarse de cintura para abajo. El agua fría ayuda a reducir las dimensiones de su miembro. Salila se levanta y ve de nuevo al negro en el río. Mirándola con miedo, con curiosidad también. Se desnuda y, ella también, se deja mecer por la corriente metiéndose en el río.
    
    - ¡Márhaba!- saluda Salila, sonriente, mirando fijamente al africano. No es capaz de describir la sensación que el río, frío y caliente como sólo puede serlo el agua, causa en su piel desnuda. Pero sus pezones, ya bastante engordados por el placer anterior, se erizan sin pudor.
    
    - Márhaba.- responde el negro, y va avanzando, ayudado por la corriente, hacia Salila que lo espera con las piernas en el agua y los pechos al aire.
    
    Sólo basta una palabra. Cada uno sólo conoce una palabra del otro, y ya se atraen como un imán. Él llega donde ella, con sus ojos tristes y su cuerpo negro. Salila está temerosa. Ve al negro y se ve a ella y piensa que la diferencia de tamaño es insalvable.
    
    - Márhaba.- sólo sabe decir Salila cuando ve al negro frente a ella.
    
    - Márhaba.- él sonríe. Sus dientes son blancos como la leche.
    
    Traga saliva ella, y parece verse reflejada en las cotitas de agua que salpican los anchos pectorales del africano. Cuando siente las dos pieles tan juntas, negro y aceituna sobre el azul transparente del cielo, todos sus miedos se evaporan.
    
    - Márhaba.- repite ella y, subiendo sus manos a la ...
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