1. Sati


    Fecha: 29/01/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Salila, tan poco ha tardado en caer bajo la enfermedad que lo aquejaba.
    
    La pira comienza a marchitarse, consumida ya la mayor parte de la madera de la que se alimentaba. La gente marcha hacia su casa sin decirle a la viuda ni una palabra. Ni una palabra que ella quiera oír. Son comunes, en cambio, los “estúpida”, “fulana”, “puta malagradecida”, “deshonra”... Sólo cuando se siente sola, Salila rompe a llorar. No llora por su marido -él no lo merece-, llora por ella misma. Duda que su familia la deje volver a casa, y los hermanos de su marido tampoco permitirán que se quede en la casa que había compartido con Xayj.
    
    Salila no tiene lugar a dónde ir. Tenía que haberlo pensado antes. Mientras ve consumirse las brasas, por primera vez piensa que habría sido mejor arrojarse a las llamas. ¿Qué va a hacer ahora?
    
    Cuando ha llorado suficiente, y sus ojos quedan secos e hinchados, trata de regresar a casa de su familia. Ese viejo camino que tantas veces había seguido, de niña, hasta volver al hogar, nunca le había parecido tan oscuro. “Na-na-na-na”... cantaba cuando era niña y corría por el sendero, y su madre la esperaba en la puerta para abrazarla.
    
    Pero esa noche nadie la espera en la puerta. Toda su familia está dentro, llorando la deshonra que Salila ha significado para ellos. No ha cumplido con el Sati, ha faltado a todo lo que le enseñaron ¿Y por qué? Sólo Salila, esa joven loca y cruel, que durante tanto tiempo ha sido hija, nieta, hermana, lo sabe. Sólo ella.
    
    - ...
    ... ¡Vete de aquí! ¡Ya no perteneces a esta familia! ¡Nos has deshonrado a todos, maldita desagradecida! ¡Tenías que haberle seguido! ¡Nos has hundido en la vergüenza!- grita su padre tras la puerta, negándose a abrir a su propia hija.
    
    Salila ni siquiera insiste. En el mismo silencio en el que ha venido, se marcha, con la cabeza baja, y ocultando sus lágrimas. No obtiene mejor bienvenida en la que, desde su boda, había sido su casa, la que compartía con Xayj. Como sospechaba, los hermanos y sobrinos del difunto están allí, y ni la dejan acercarse.
    
    La primera pedrada roza la sien de Salila, la segunda y la tercera se quedan cortas, pero la cuarta le da de lleno en el hombro.
    
    - ¡Fuera de aquí, puta! ¡No te mereces nada! ¡Mala esposa! ¡Fulana indigna!- grita la familia de su marido, mientras el lanzamiento de piedras prosigue.
    
    Salila se aleja corriendo también de allí, agarrándose el hombro herido, destilando lágrimas de dolor y despecho de sus jóvenes ojos negros. Esa noche duerme sobre la tierra, incómoda, sucia, aterida de frío, bañada en lágrimas y, de nuevo, pensando que hubiera sido mejor lanzarse a las llamas donde ardió su esposo.
    
    La despierta el sonido de un carro pasando muy cerca de ella. Salila hubiera preferido nunca despertarse, estaba soñando que era de nuevo niña y canturreaba “na-na-na-na” mientras jugaba sin preocupaciones, sin saber que, años después, esa misma niña que jugaba, sería desnudada y poseída por la fuerza en su propia noche de bodas.
    
    - ...
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