1. Sati


    Fecha: 29/01/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ¿Le pasa algo, señori...?- empieza en conductor del carro, pero cuando Salila alza su rostro, y él puede reconocerla, arruga la nariz.- Ah... eres tú.
    
    El conductor escupe a la joven viuda y arrea a su caballo para alejarse cuanto antes de esa “apestada”. Salila no tiene dónde ir. Ese pueblo le cierra todas las puertas.
    
    Marcha al río para limpiarse la arena que se ha quedado pegada a su sudor y lágrimas. Mientras contempla la corriente, piensa en cómo sería hundirse en ella, dejarse llevar por el río hasta una muerte lenta y agonizante, pero muerte al fin y al cabo.
    
    Juguetea con sus pies en el lecho del río, levantando algo de arena. No. No puede suicidarse. El suicidio conlleva una reencarnación terrible, llena de dolor y tristeza. ¿Acaso ella no estará pagando ahora un suicidio en su vida pasada? Seguramente. Salila se lava la cara y vuelve al pueblo. Sus ropas están tiradas en la calle, a la puerta de la casa de su ya ex-marido. Salila las recoge (necesita tres viajes para llevarlas fuera del pueblo) mientras sus vecinos la miran con una mezcla de burla y desprecio. Luego, regresa a las afueras y allí empieza a, sin ninguna ayuda, construirse una choza. Tarda poco en habilitar un techo y un lecho. Cuando termina, el hambre ya carcome sus entrañas.
    
    Dos días después, sin haber comido absolutamente nada, Salila paseaba por el pueblo. Vencida, impotente y hambrienta se desmaya ante la tienda de un brahmán. Éste se compadece (si cabe compasión para una viuda que no ...
    ... ha realizado el tan venerado Sati) de la bella joven y le da el trabajo más sucio del pueblo. Salila tiene que recoger los excrementos de vaca que el intocable, luego, mezcla con paja y seca para venderlas como combustible.
    
    Es un trabajo que apesta, pero era el único que, en ese pueblo, Salila puede aspirar a tener. Con ese cometido, Salila consigue algo de comida con la que seguir subsistiendo. Así pasan los días. Entre mierda de vaca y burlas de vecinos. Salila aprende a mirar siempre al suelo, a no responder la mirada a nadie. Salila aprende a pasar desapercibida mientras la vida en el pueblo continúa. También, sin darse cuenta, Salila se olvida de sonreír.
    
    Aquel día todo cambia. Salila marcha al río a limpiarse los frutos de su trabajo. Se mete en el río vestida con un delgado paño. El río está calmado, los peces saltan y esquivan las piernas de Salila. Shiva está feliz y el río que baja de su cabeza yace tranquilo. La joven viuda escudriña su reflejo en el agua. Su piel aceitunada, sus ojos negros, sus facciones dulces, sus dientes blanquísimos... se sabe aún bella. Pero también sabe que nadie va a fijarse en eso. Las viudas no tienen belleza. Sólo deshonra.
    
    En esas está cuando alguien, a su derecha, metros arriba de la corriente, llama su atención. Un hombre. Un hombre de tez tan oscura como la propia Kali. Salila tiembla al ver la noche disfrazada de hombre. De hombre musculoso, grande, negro y calvo. Además, tiene esa mirada triste que parece calcamonía de la ...
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