1. Médico sin fronteras


    Fecha: 09/01/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... placer más natural contigo", "… lo que pase aquí formara parte de nuestra intima cultura…".
    
    A partir de ese momento, nos acercamos más, y como dos invidentes empezamos a descubrir los rincones del cuerpo del otro. Nuestros dedos dibujan la silueta del otro y al final nuestros labios se encuentran, primero en un beso fugaz, y luego en otro más intenso y apasionado.
    
    Víctimas de la curiosidad por lo desconocido nos entregamos al amor probando múltiples posturas que nos llevan una y otra vez hasta el borde de la locura, o nos hunden en algún orgasmo tan amplio y exótico como la misma jungla.
    
    El siguiente día trascurre con cierta normalidad, habida cuenta que todo es nuevo para mí, y que estamos en medio de la selva en un poblado indígena.
    
    Sentados frente a una pequeña hoguera, esperamos que se termine de asar un desconocido animal. A un lado del fuego, veo colocada la piedra tan especial que vi ayer en la cabaña calentándose poco a poco.
    
    Margaret la mueve un poco con un palo hacia fuera. El resto de la comunidad que nos acompaña, nos miran, murmuran, cuchichean, algunos se tienen que tapar la boca para disimular las risitas. Terminada la cena, nos levantamos, Margaret coge la piedra entre varias hojas verdes para no abrasarse y nos dirigimos hacia nuestra cabaña pasando entre los pobladores.
    
    Los hombres le tocan el culo a ella con veneración, las mujeres le acarician su pelo rojizo. A mí, tanto hombres como mujeres, me tocan todo el cuerpo. Los más osados me ...
    ... cogen por el pene sin que yo sepa realmente lo que está pasando.
    
    Al llegar a la cabaña, Margaret deja la piedra caliente en la esterilla de dormir. Se desnuda y me hace señas para que yo haga lo mismo.
    
    A la luz de una pequeña lámpara de aceite, mi compañera restriega hojas y tallos de varios tipos de plantas hasta recubrir la piedra con la sabia que desprenden. Se hace una película brillante y viscosa, de fuerte sabor a raíces y plantas.
    
    Cuando ya parece estar todo preparado, me indica que me separe de ella y me recueste sobre una especie de cojín. Ella se sienta delante de mí, con las piernas totalmente abiertas… y se lleva la piedra justo encima del pubis.
    
    - "Es una costumbre muy, muy antigua… relacionada con la fertilidad y el goce de la pareja", me explica con aire académico.
    
    Debe estar todavía demasiado caliente, pues se estremece visiblemente afectada por la temperatura. Su vientre sube y baja víctima de la excitación que la invade. Poco a poco, va llevando la piedra hacia abajo, restregándola con los labios vaginales, aprovechando la esencia de las plantas que antes tan generosamente ha esparcido.
    
    Al principio con mucho cuidado y lentitud, y luego cada vez con más energía, va apretando la piedra con su chocho haciendo rozar los surcos y protuberancias que ayer me llamaron la atención, con la zona donde se esconde el clítoris.
    
    Con la parsimonia de un ritual ancestral, se frota una y otra vez haciendo cambiar la expresión de su cara hacia el mayor de ...