1. Imagina mi sorpresa


    Fecha: 23/12/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... malo? ¿Usaría el cinturón de nuevo? Empecé a sentir mucho, mucho miedo.
    
    "Todd Jamison pensaba que todo el asunto era de risa. Yo enviando una citación a mi propia esposa. Incluso me sugirió que te diera en el culo... estas fueron sus palabras, de camino... cuando venía para casa." Podía oír a Mike dando vueltas por la habitación. "Pienso que lo dijo como broma." Hizo una larga pausa. "No es una broma, ¿verdad, Jill?"
    
    "Mike, lo siento tanto. Te juro, si me dejas ir, sólo esta vez, que nunca te volveré a desobedecer..." Me humillé a oírme a mí misma suplicar, pero no habiendo resistido todos mis bravos pensamientos, cuando me rebajé a ello, habría prometido cualquier cosa para librarme de una de las sesiones de azotes de mi marido.
    
    Mis súplicas nunca conseguían nada bueno, pero esa noche, Mike no estaba obviamente en un estado propicio para escuchar. "Cállate," me soltó. Oí el roce de la silla cuando la apartó de la pared. Tan pronto, palidecí, con el corazón acelerado. Normalmente me hacía esperar diez minutos, al menos. ¿Quería esto decir que estaba más enfurecido de lo habitual? Tenía mucho miedo de que así fuera. "Quítate los pantalones por completo y coge la pala, Jill."
    
    Me volví, dejando caer la camiseta, y mirándole. Mike mide 6 pies y 3 pulgadas (1,90 m) y pesa unas 200 libras (90 kg); normalmente parece pesado. Sus ojos azul oscuro parecían cambiados a un gris acerado y daba aspecto de estar muy, muy furioso. Se sentó en la silla, esperando, aún con ...
    ... uniforme, corbata y todo. Se había subido las mangas, no obstante, hasta casi el codo, exhibiendo alarmantemente los antebrazos morenos. Era curioso como su físico nunca me molestó cuando quería hacer sexo, pero ahora... ¿Por qué no podría haberme casado con alguien de 5 pies 6 pulgadas (1,65 m) y "ligero"?
    
    La boca se me estaba quedando seca como si hubiera comido tiza. "¿No podíamos discutir esto?" aspiré luchando contra los sollozos. Sus muslos, marcados en los pantalones del uniforme, eran grandes y musculosos. Sabía lo que esos muslos sentían cuando estaban bajo mi vientre. "Por favor"
    
    "No. Coge la pala."
    
    Lentamente me deshice de una patada de los pantalones y bragas, los dejé enrollados en el suelo y anduve hacia el gabinete. La larga camiseta aún cubría mi espalda; por eso la había elegido. Miré hacia el gabinete con las lágrimas brotando de mis ojos. Si tener que descubrir mi propio trasero para el castigo era lo peor, llevarle la pala tenía que estar en un cercano segundo lugar. Alcancé el armario, tanteé brevemente... allí estaba. La descolgué de su pequeño gancho y la cogí en la mano, sintiendo su peso, la frialdad de la madera. Irónico, desde luego, porque frío era la última palabra que uno asociaría normalmente con una pala.
    
    "Date prisa, Jill. Esta es una noche en que no estoy dispuesto a esperar ni un segundo más."
    
    Con las lágrimas corriendo de veras por mis carrillos, le llevé la pala, me puse delante de él. Era tan terrible... nunca, nunca nunca más le ...