1. Plantando la bandera.


    Fecha: 15/12/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... era mil veces más excitante que cualquier video porno?
    
    Una sola vez mostrándose y siendo objeto, de aunque solo fuera una mirada furtiva, y ella se habría desbocado en la cama. Pero era consciente que la sola alusión a algo así, habría provocado que su marido la mirara como a una loca extraña. Si… extraños es lo que eran después de tantos años de matrimonio.
    
    Por eso, lo primero que hizo cuando se separaron, fue comprase un tanga y salir a la playa a tomar el sol. Su hija veinteañera, se quedó boquiabierta al verla con ese minúsculo trozo de tela que apenas le tapaba el pubis y que por detrás, solo era un hilo que se perdía entre sus nalgas. Y más aún al verla ponerse una camiseta corta sobre los pechos desnudos.
    
    - ¿Y la parte de arriba?
    
    - No hay parte de arriba hija.
    
    - Pero, pero Mamá, ¿Tú te has visto? Si vas medio en cueros…
    
    - Pues el que no quiera que no mire.
    
    - Mamá, joder…
    
    - Tú y tus amigas bien que vais con las tetas fuera…
    
    - No es igual. Si papá te viera…
    
    Ahí fue donde Pilar se cabreó.
    
    - Hija, papá ya no me dice como tengo que ir a la playa. Vete tú también acostumbrando. Y si no, no importa, me voy sola y punto.
    
    Fue el primer día que nerviosa y temblona, se quitó la camiseta en la arena y mostró sus tetas al mundo. Y descubrió (como siempre había sospechado), que le gustaba. Era un sentimiento de libertad y seguridad en sí misma que la atrapó ya para siempre. Y también de morbo. No se le escaparon algunas miradas que atrajeron sus ...
    ... dos buenos pechos, abundantes pero no excesivos.
    
    Lo mejor es que a los tres días, su hija lo veía tan normal que no dudaba en posar con ella para un selfie y además, se lo mandaba a su padre. Las dos en topless en la playa. Hubiese dado la misma vida por ver su cara.
    
    Actualmente, enseñar los pechos y el culo se había convertido ya en una costumbre. Seguía disfrutándolo pero ya no le suponía el subidón que el año anterior. Ya no era una novedad, sino algo que había incorporado a su vida. Y por tanto, una rutina agradable y excitante, pero rutina al fin y al cabo.
    
    Otra fantasía ocupaba ahora sus morbosos sueños. Se imaginaba a sí misma desvistiéndose por completo para ser observada, convirtiéndose en el centro total y absoluto de atención, todas las miradas puestas en su cuerpo. Una sensación de libertad absoluta, mezclada a partes iguales con excitación, la embargaba solo de pensarlo. Mostrar su coñito, convenientemente rasurado aunque no del todo, traspasar la última barrera de su intimidad, ofreciéndola en ofrenda a los ojos ávidos de los hombres que sin duda la rodearían, envarados por el deseo.
    
    Había perdido la cuenta de las veces que se había masturbado con esa ilusión, eso sí, con distintas variantes a cual más interesante: con ellos solo mirando, embelesados; en otras ocasiones masturbándose en corro a su alrededor; quizá permitiendo ella algún contacto físico, alguna caricia con sus manos mientras se daban placer a sí mismos, etc…
    
    Complicado de cumplir en ...
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